MÉXICO D.F.- Somos seres sensitivos, contenemos grandes flujos de sensaciones, pensamientos, percepciones, cogniciones y por que no confesarlo: impulsos emocionales e intuiciones que más de una vez pueden parecer caminos descabellados.

Los paradigmas y formas de concebir el mundo en todos los sentidos, adquiere nuevas dimensiones, los campos profesionales adquieren nuevas perspectivas, ya no somos más unidisciplinarios (si vale el término), ahora podemos pensar en multidisciplinarios.

Los consumidores, o nuestro mercado no es un ente que únicamente adquiera productos por cubrir alguna necesidad, la audiencia puede ir concibiendo el significado de las marcas como algo que da sentido al entorno y mundo que lo rodea, es el camino más palpable para construir un universo en el cual nuestros aditamentos que vamos adquiriendo para vivir tienen más sentido, y para ello, deben tener significado interno y externo: insight brand, algo así como una introyección de marca.

El branding es posiblemente la manera más clara en que los humanos damos sentido y creamos lazos emocionales, los cuales aprendemos, enseñamos y al final heredamos; marcas, productos, lugares, incluso ideas que a lo largo del camino se van instaurando en la psique colectiva del mercado es la mejor prueba de cómo marcas relevantes pueden ser algo más en la vida de las personas.

Y esto es así, por nuestra naturaleza llena de experiencias internas y otras que suceden en nuestro entorno, por ejemplo: los acontecimientos nos sensibilizan, nos hacen conscientes, y todo lo que percibimos por encima de nuestro umbral perceptivo y consciente, impactará al generar una idea, un pensamiento, el cual, si tiene la suficiente fuerza y relevancia, va generar una emoción para desembocar en un sentimiento… y que marcador más efectivo para las marcas que un marcaje emocional, un hito nuestro proceso de consumo.

Nuestras emociones se alimentan de nuestros pensamientos… y los pensamientos… se nutren de… todo lo que nos rodea, en el caso el consumidor se nutre del brandeo, el packaging, nuestros ADS, toda la imaginería que se edifica alrededor de una marca, al igual que de toda la información que los sentidos proporcionan, los odotipos, las texturas, las asociaciones de marca, todo ello se conjuga en el embudo que es la mente del mercado, ahí adquiere poder y dará sentido al uso de un marca.

El gran neurocientífico Antonio Damasio nos comenta que nuestro cerebro, nuestra mente, por lo tanto la de los consumidores, piensan y funcionan por medio de imágenes; es decir, al escuchar la palabra “radio” no creamos en nuestra mente la imagen de la “palabra”, lo que hacemos es pensar”, “construir” o “inventar” la “imagen de un radio, lo que nuestra experiencia o heurística dice que es un “radio”, (el mismo Damasio confirma que nuestro cerebro crea una “interpretación”).

Las emociones son una fuente muy rica para la inspiración y la creación de ideas en cualquier campo, sin lugar a dudas para el marketing, la creatividad y el diseño, lo son aún más. Somos seres emocionales, creamos conceptos todo el tiempo, creo sería ingenuo concebir al mercado y consumidor como algo mecánico e inerte; creamos conceptos, significados, y esto se puede ver reflejado en campos del conocimiento: creamos religiones para dar un camino y sentido a la vida, al mismo tiempo creamos conocimiento tangible a partir de la ciencia para dar al igual un camino y sentido a la vida, pareciera que somos una mezcla entre ambos mundos, pero, en ambos caminos, las imágenes, los pensamientos y las emociones son elementos que remueven con alguna herramienta de nuestra psique los hilos que nos llevan al movimiento como seres vivos sensitivos, pensantes y emocionales que somos.