La muerte de Carrie Fisher viene a coronar un año verdaderamente trágico para el mundo del espectáculo: muchos de los personajes que fallecieron en 2016 definieron, en su momento, las directrices de la música, el cine, la televisión y otros medios. En el caso de la actriz, su interpretación de la princesa Leia Organa en las primeras tres entregas de la saga de Star Wars la convirtió, sencillamente, en un icono de la cultura pop a nivel global.

Instagram
Instagram

Como el caso de Fisher se han presentado muchos ejemplos a lo largo de la historia de la televisión, el cine, el teatro y el espectáculo en general: los actores e intérpretes encarnan personajes cuyo éxito es indiscutible y el mundo voltea a verlos, identificarlos y relacionarlos casi exclusivamente con el rol realizado. En ese momento la carrera actoral de muchos de ellos corre peligro de venirse abajo si no logran obtener algún papel tan relevante como el que los encumbró.

Es entonces que se logran percibir los efectos negativos de la “magia del cine“… mientras que los personajes de las cintas o series televisivas inician su camino hacia la inmortalidad, la vida de los iconos pervive a costa de la vida artística de quienes los encarnaron.

Como el caso de Fisher se puede mencionar también a su compañero de set, Mark Hamill, quien dio vida al hermano de la princesa Leia, Luke Skywalker. Hamill no logró obtener algún personaje relevante que le ayudará al actor quitarse del estigma de la súper producción de George Lucas.

¿Más ejemplos? Recordemos a Brooke Shields en La Laguna Azul, Adam West en la serie televisiva de Batman -recordemos también a Michel Keaton, con el mismo personaje, en las cintas dirigidas por Tim Burton-, Linda Blair en El Exorcista, Ralph Macchio en Karate Kid y, más recientemente, a Daniel Radcliffe, quien ha tenido con lidiar con un icono del cine y la literatura tan impactante como el mismísimo Harry Potter… el británico, sin embargo, todavía está a tiempo para quitarse la imagen del famoso maguito como lograron hacerlo Leonardo Di Caprio y Kate Winslet con sus personajes de Titanic y hasta la propia Emma Watson con Hermione Granger, en la saga de la escritora J. K. Rowling.

Como podemos ver, en resumen, el cine, la televisión y los medios de comunicación son capaces de generar verdaderos iconos visuales a costa de las carreras de muchos actores. Acaso lo que podría salvar a los intérpretes tendría que ser su propio talento actoral y su capacidad para reinventarse en su carrera histriónica.

Guardar

Guardar

Guardar

Guardar