Las emociones se generan en el cerebro y la víctima es el corazón, sentencia el neurocientífico Facundo Manes en un reportaje. Si intentamos desgranar un poco este enunciado, seguro que de plano vamos a tener que sacarnos ciertos prejuicios que hasta ahora nos han acompañado con respecto a los procesos emocionales.

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Puede, que sea este el tiempo en que todo pase por el cerebro y para ello hoy los especialistas están saliendo del laboratorio a contarnos que vieron y que saben.

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Ser inteligente tiene que ver con resolver un problema nuevo. La ciencia puede medir algunos aspectos de la inteligencia, eso es lo que llamamos el coeficiente intelectual, y ello se hace con pruebas aritméticas. Pero hay un límite en medirla porque hay diferentes tipos de inteligencias, tales como el humor, la ironía o la inteligencia social.
Creo que estas palabras nos dejan mucho más tranquilos a los que de una u otra manera estamos en tareas de comunicación y relación con la gente, porque cuando hablamos de tener y construir una mirada particular de los diseñadores, seguramente estamos expresando algo de estas inteligencias o habilidades.

De plano, esto nos pone frente a una profunda discusión con respecto a nuestra formación. Hasta hoy nuestro recorrido estaba sumamente basado en el hacer y en el hacer estético con algunos conocimientos comunicacionales como la semiología.
Considerar como inteligencia la ironía y pongo dentro de este universo a un gran irónico gráfico como Shigeo Fukuda, es empezar a tomar con mayor valor lo que estamos haciendo.

La democratización introducida por las computadoras en la posibilidad del hacer, nos da lugar a pensar y sobre todo a poder pensar mejor.
Pero qué nos pasa cuando en tono de queja decimos que no se nos ocurre nada o que me quedé sin ideas. Para eso deberíamos entender un poco más qué pasa realmente con ellas.

Las ideas

Se ha hablado mucho de las ideas: es posible encontrar diversas definiciones o aplicaciones pero, antes que nada, me parece que se debe prestar particular atención en el hecho de que su aplicación, desde cualquier punto de vista, nos circunscribe directamente al universo del pensamiento y por lógica podemos afirmar que, pensar cuesta trabajo.
Ahora bien, ya que tenemos en claro que la decisión de pensar es un esfuerzo y que tiene un costo, nuestras ideas entran en una instancia donde las entendemos como algo secreto, íntimo e innato en la capacidad creativa del ser humano.

Para tener ideas, uno debe romper con bagajes presupuestos y desligarse de la resistencia que ejerceremos sobre la creatividad.
Está claro que intentar llevar una idea adelante, nos ubica frente a un drama: afrontar en cada paso un posible fracaso.

Encendiendo la llama

Así como Morrison suplica que enciendan su fuego nosotros buscamos en nuestra cabeza de igual forma esa chispa que nos libere la creatividad, que nos saque el peso de no obtener lo que buscamos.
Entiendo que la capacidad de encontrar soluciones o salidas a las diversas problemáticas es mediante un trabajo intelectual, reflexivo y continuo, sumamente personal. También creo que el acto de construir las propias herramientas para superar un obstáculo, enriquecen la capacidad de uno, al acceder a red de conocimientos jamás pensados y proyectados.
De esta forma puedo sostener que el disparador no estará condicionado dando lugar a una acción más liberadora.

Dibujando una sonrisa

Veo y cada vez con más preocupación a los jóvenes en la universidad, en los instagrams, en muros y demás espacios cargar con cierta angustia la impronta creativa. Hay mucha producción y si uno toma distancia, encontrará que hay mucha repetición y poco producto genuino y original. Hay miedo de salirse al ruedo con criterios propios y hay miedo de exponerse desnudo al espectador con algo que no esté impuesto medianamente en el medio.

El otro día en clase realizamos un ejercicio de dibujo a mano alzada con ciertas pautas de tiempo y observación, justamente para liberar un poco esta presión. Uno de los puntos de este ejercicio consistía en dibujar con la mano contraria a la hábil.
En ese momento fue cuando rieron, disfrutaron y hasta en muchos casos fueron realmente plásticos. Estaban como nunca habían estado en la clase, activos, expresivos y a mi opinión libres. Entendían que no habría juicio sobre lo que estaban produciendo, el pesado eje éxito-fracaso ya no estaba en la mochila.

Y es ahí, justamente donde entiendo que la posición incómoda muchas veces es el mejor de los lugares para crear, para construir una mirada diferente que de a nuestro hacer ese plus diferencial.
Vivimos esperando de la barra de menú cada vez más opciones que den solución a las cosas, un botón derecho de un mouse infinito que ofrezca efectos por doquier, pero no porque seamos holgazanes sino, porque estamos asustados por semejante explosión visual, no estamos aún pudiendo administrar todo el potencial técnico y profesional disponible que tiene el mercado y ahí estamos presos de nuestros propios miedos.

Anoche en un programa televisivo conocí a Matthieu Ricard, un monje budista que es considerado el hombre más feliz del mundo que en pocas palabras me enseñó como diseñar una sonrisa.

Creo que la simplicidad es algo maravilloso. La simplicidad de la mente, la simplicidad al hablar, simplicidad al actuar. La mente, la inteligencia, puede ser tu mejor amigo o tu peor enemigo. La gente a veces se complica mucho: la esperanza, los miedos, la nostalgia, nos crean muchos problemas. No significa que uno sea estúpido, significa que uno construye sus propios problemas. Una vida simple nace de un corazón simple. Soy libre!