La artista Amelia Harnas presenta esta serie de arte en donde retratos deslumbrantes son creados con vino tinto derramado, utilizando hilo de bordar para localizar y refinar sus súbditos carmesí enfrentado y a la vez reflejado sin temor.
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Como delicada acuarela, el vino tiene una textura etérea; la artista admite una cierta imprevisibilidad e inestabilidad en su proceso único.
El uso de cera resiste en las telas blancas de algodón suave para ajustar las imágenes, no se puede determinar la duración de las imágenes delicadas, pero si flotan como fantasmas a través de las páginas mientras que el hilo guía al ojo para encontrar su forma exacta.
Arte, históricamente, el vino se asocia con el dios Baco, el dios de la bebida y de la sexualidad que inspira a los mortales a beber hasta el punto de la confusión y llegar a un estado donde las líneas de la identidad y el género son borrosas.
Aquí, el vino derramado empapa la tela de tal manera que sólo la menor marca proporciona una pista en el temperamento distintivo del sujeto. Es el hilo que define la personalidad, destacando las divisiones entre los ojos y la piel, el cabello y el cuero cabelludo. Sin el bordado meticuloso, los hombres y las mujeres se convierten, en figuras borrachas y turbias.
La tensión entre el milagroso accidente y el propósito realza el drama de cada cara. La fundación del algodón es aparentemente empapado en rojos y rosas, los colores caóticamente difuminan en toda la imagen y crean halos alrededor de los retratos casuales; en marcado contraste, el bordado es claramente racional y deliberado, formando figuras geométricas complejas, como círculos concéntricos, cuadrados y triángulos.
A medida que la volatilidad de las manchas de vino choca con la razón y el orden de la nave humana, Harnas presenta una visión sorprendentemente compleja de la condición humana. Como se ilustra en este trabajo, el arte, como el hombre, se rige tanto por la pasión y el intelecto sano, repartido a partes iguales. A continuación, te las presentamos:
