Cuando estudié la secundaria, antes de la era del internet, y que nos dejaban realizar algún trabajo de investigación —de un país, por ejemplo— teníamos 3 posibilidades: ir a la papelería a comprar una monografía, hacerlo en casa de alguien que tuviera una enciclopedia o bien, preguntarle a nuestra tía que en algún momento de su vida había visitado ese país. De cualquier forma el trabajo se basaba en nuestra habilidad para hacernos de la información y nunca nos cuestionamos si una u otra enciclopedia resultaba mejor. ¡Todo era confiable, el chiste era encontrar la información!

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Hoy todo funciona al revés, si necesitamos encontrar cualquier cosa basta con abrir el navegador y teclear una palabra, frase o hecho exacto: «La fiesta religiosa más importante de China» o «Receta para hacer bisteces empanizados sin ensuciarse las manos». Podemos encontrar cualquier cosa, solo que el reto más importante es distinguir qué fuente es confiable y cuál no.

De entre los miles de resultados que nos arroja cualquier pregunta, saber la procedencia y tener un poco de cultura general nos permite determinar si se trata de un comentario al aire o del «mejor chef del país», solo que muchas veces las fuentes se cruzan y resulta difícil entender cómo distinguirlas.

Y entre tanta información de pronto nos encontramos que estamos inmersos en un mundo donde la nostalgia parece habernos inundado. Junto con la receta de los bisteces encontramos la receta perdida de las milanesas cordon bleu que comíamos cuando éramos pequeños, los blogs de chavitas que les enseñan a las niñas cómo peinarse como cuando sus mamás iban a la escuela y las fotos perdidas de eventos y productos que comíamos cuando éramos chicos.

Pero eso no solo permea en el mundo del internet. Parece que vivimos en un momento histórico dedicado a recabar todos los estilos que en algún momento nos han precedido. Desde los cercanos noventas y ochentas hasta el uso de tipografía gótica y renacentista.

Todos los estilos artísticos: desde el modernismo de Warhol hasta las pinturas humanistas de Da Vinci. Todo se vive hoy en día y se mezcla para gritar al mundo que somos actuales y contemporáneos. Nos resulta muy difícil entender entonces que el mundo vive una especie de traspié hacia la evolución y la historia. ¿Cómo creen que veamos las corrientes artísticas actuales dentro de 100 o 200 años? ¿Qué estilo predominará?

Resulta incierto rescatar un estilo de entre tanto posmodernismo que nos rodea, se nos hace prácticamente imposible resaltar alguna corriente que predomine hoy en día y agradecemos que museos de arte moderno tengan una curaduría que nos permita rescatar información de acuerdo a su relevancia.

Entonces, ¿cuál es el signo de los tiempos modernos? Creo que el debate aún no ha surgido del todo y que estamos esperando de entre esta guerra de información qué es lo que predomina, qué es lo que sobresale.

Design Lifer
Diseñador gráfico con maestría en diseño editorial por la Universidad Anáhuac y con cursos de Publishing en Stanford. Actualmente dirige MBA Estudio de Diseño, dedicado al diseño editorial, identidad y publicitario, además de realizar scounting y contratación de talento de diseño para diferentes empresas. Es profesor en la Universidad Anáhuac y la UVM. Le gusta la caligrafía, tipografía, la música y la tecnología.