“No es solo información lo que los hombres necesitan. En esta Edad del Dato la información domina con frecuencia su atención y rebasa su capacidad para asimilarla. No son solo destrezas intelectuales lo que necesitan, aunque muchas veces la lucha para conseguirlas agota su limitada energía moral.

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Lo que necesitan, y lo que ellos sienten que necesitan, es una cualidad mental que les ayude a usar la información y a desarrollar la razón para conseguir recapitulaciones lúcidas de lo que ocurre en el mundo y de lo que quizás está ocurriendo dentro de ellos, Y lo que yo me dispongo a sostener es que lo que los periodistas y los sabios, los artistas y el público, los científicos y los editores esperan de lo que puede llamarse imaginación sociológica, es precisamente esa cualidad.

La imaginación sociológica permite a su poseedor comprender el escenario histórico más amplio en cuanto a su significado para la vida interior y para la trayectoria exterior de diversidad de individuos”.

Este fragmento de texto pertenece al libro La imaginación sociológica de CHARLES WRIGHT MILLS de 1961.

Con esta nueva salida me interesa poder al menos detonar a modo de collage la idea de pensar un poco en la imaginación desde diferentes lugares.
Una función que estoy convencido que en los diseñadores debería funcionar de manera aceitada.

¿Por qué digo esto?

Porque detecto que en el devenir hay cada vez menos gente que escuche y vea lo que el otro está diciendo. Ojo que no digo que no haya imaginación o que se haya perdido sino que hay una imaginación muy individual y poco colectiva.

Escasea esa mirada con el ojo mental para detectar e IMAGINAR que se está necesitando. El solo acto de pensar que hoy enseñamos con grandilocuencia experiencia de usuario me da muchas razones para sentir vergüenza y afirmar que hemos dejado de diseñar con conciencia para ser simples realizadores de ordenador.

Mueve las manos al hablar, viste de tal o cual forma, utiliza ciertas palabras, tiene voz gruesa o fina, su escritorio es de tal estilo y su necesidad es… Sí, es con esto con lo que uno comienza a trabajar en una reunión amén del “brief” de nuestro cliente.

Lo que plasmemos luego en el papel seguro será el producto de nuestra imaginación.

¿Qué nos puede aportar la ciencia a esto?

Estudios realizados en ambientes controlados sugieren que los recuerdos falsos y los verdaderos se alojan en la misma región del cerebro.

El doctor Daniel Schacter, investigador de la Universidad de Harvard, durante una presentación en el Taller Kavli de Neurociencias del MIT, aporta ciertos detalles interesantes para ilustrar lo dicho.

“Mark Twain decía que cuando era joven podía recordar todo, ya sea que hubiera pasado o no, pero que a medida que se hizo mayor solo podía recordar las cosas que nunca habían sucedido -bromeó Schacter-. Lo curioso es que las imágenes de resonancia magnética funcional son similares para los recuerdos verdaderos y para los falsos, aunque los primeros parecen caracterizarse por un mayor acceso a detalles sensoriales y preceptuales. Esto, a su vez, se refleja en una reactivación de circuitos involucrados en la percepción, como los auditivos.”

“Hoy no pensamos en la memoria como una reproducción perfecta del pasado, sino como un proceso de construcción mucho más activo” concluye.

Digamos entonces, que en el acto de diseñar (ampliaría a mi modo de ver en el acto de vivir) es darse cuenta de la idea de estructura social y usarla con sensatez. Ser capaz de eso es poseer imaginación sociológica.

La imaginación y la imaginación sociológica si la lleváramos a un espacio artístico se podría resumir en la que nos propone John Lennon en su conocida canción Imagine, ni más ni menos que eso, imaginar por un instante que no hay cielo, es fácil si lo intentas.

¡Es fácil si lo intentas!

¿Es realmente fácil? Entiendo por mi modo de ser y de pensar que todo es un ejercicio que requiere de cada ingrediente su justa parte. Para eso la cabeza es el mejor reflejo de nuestro yo, un día te pones unas zapatillas para correr y tu meta es pensar en hacerlo durante doce minutos continuos hasta que otro día te imaginas haciéndolo por unas cuatro horas y lo haces.

Imaginar es perder el miedo a ese mandato social que te equipara con la locura por eso te invitan a soñar. Porque si bien ambas funciones son cerebrales SOÑAR es una función fisiológica y en cambio IMAGINAR es psicológica y ahí tiene que ver bien con lo profundo de uno.

Quiero cerrar e imaginar que en esta frase Haruki Murakami del libro ”De qué hablo cuando hablo de correr”, nos reúne y ayuda a entender un poco más que es diseñar, para así, poder dormir tranquilos cuando pensamos en qué hacemos cuando trabajamos.

“No existe en ninguna parte del mundo real nada tan bello como las fantasías que alberga quien ha perdido la cordura.”