Recientemente, Frank Gehry les dedicó el famoso y obsceno gesto, significando “fuck you”, a quienes creen que sus obras son arquitectura espectáculo. Molesto se vio al reconocido arquitecto deconstructivista al llegar a España, donde se le concedió el Premio Príncipe de las Artes 2014.

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Fue a la pregunta siguiente: ¿Qué opina de quienes piensan que su arquitectura es espectáculo? Respuesta: el dedo corazón enhiesto y los otros cuatro recogidos. Pero hubo más: “El 98 % de los edificios que se hacen hoy son pura mierda, carecen de sensibilidad, sentido del diseño y respeto por la humanidad”.

Más allá de que la respuesta de Gehry denote una falta de recursos lingüísticos y sea impropio de un hombre educado, su reacción fue sin dudas un acto cargado de ironía y acidez. Pero, al escuchar atentamente su declaración, vemos que ni siquiera responde al punto central de la cuestión. El periodista no apuntaba a distinguir entre buena y mala arquitectura, sino entre la arquitectura del espectáculo y la arquitectura con responsabilidad social.

No soy un experto de la obra de Gehry, así como tampoco un fan. Sus trabajos son espectaculares por diversos motivos pero ninguno de ellos responde al problema que estamos enfrentando en nuestra era, como lo es la contaminación, el problema de los recursos globales o el déficit habitacional. En este sentido, gran parte de sus obras son un derivado de una mirada egocéntrica, sin mencionar que dejó de ser original después de unos pocos primeros proyectos. Podríamos decir que realizó un solo proyecto en su carrera porque casi todos se ven y sienten similares. Pero el gran problema radica en que su arquitectura es escultórica y, por lo tanto, la ausencia de funcionalidad provoca un olvido del ser humano por parte del edificio o, en palabras del mismo Gehry, “carecen de sensibilidad, sentido del diseño y respeto por la humanidad”.

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No obstante, es cierto que se necesita alguien que diseñe un Lamborghini para que otros diseñen un Prius. Sus trabajos están claramente diseñados para la clase dominante, lo cual es totalmente aceptable. El hecho es que no debería sorprenderse cuando se le pregunta por ello. A fin de cuentas, la arquitectura del poder responde al poder y refiriéndose a esto, dijo una vez Aldo Rossi: “La arquitectura construida es la arquitectura de la clase dominante”. De este modo, elevar o defenestrar a los arquitectos consagrados, no es más que hablar del reflejo del poder en una sociedad cada vez más equivocada y desigual que los demanda.

Parece que Gehry se considera divo y fuera de serie y, por eso, cree tener el derecho a menospreciar a la profesión a la que, para bien o para mal, pertenece. Sin embargo, no queda más remedio que estar de acuerdo con Gehry en que la arquitectura actual, incluyendo, por supuesto, su propia obra es pura basura en un 98%. Gran parte de lo que se construye es simple y llanamente el resultado de constructores e inmobiliarias haciendo sus cálculos en páginas Excel. Pero los arquitectos son cómplices del absurdo desarrollo de las ciudades, de auténticas barbaridades de diseño en edificios donde no buscan otra cosa que no sea la foto exterior.

Para finalizar con una cuota de humor, comparto el siguiente link con imágenes de destacados arquitectos apoyando la declaración de Gehry: http://supportingfrankgehry.tumblr.com/