Se apela de manera constante y sonante para que el estudiante entienda que debe tener pasión, los adultos reclamamos hasta aburrir a los árboles que los jóvenes no tienen compromiso y amor por lo que hacen y ahí andamos a los tironeados sin ofrecer nada que nos ayude a encontrar soluciones de entendimiento entre generaciones.

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Pero por fuera de estos choques de diferentes interpretaciones generacionales lógicas a la de este momento se le suma algo que no es menor que es la irrupción radical de la tecnología y ya no es una simple disputa entre jóvenes y viejos sino ya entre nativos e inmigrantes a este nuevo e indescifrable mundo de ceros y unos que se está construyendo.

Que sea barato

Ya que el nuevo planeta se llena de números hablemos entonces de los ceros y unos, pensemos lo difícil que es hoy para todos, jóvenes y viejos, desarrollarse en este mundo comercial nuevo que lucha despiadadamente minuto a minuto por ganar terreno frente a su competencia y ante vos intentando que consumas un poquito más cada día. A todo esto no es ajena la caída de un avión, cosa que será siempre trágica y fuerte porque involucra a empresas, estados, sistemas de seguridad acordados mundialmente y políticas comerciales que hacen al desarrollo de un mundo que todos los días despierta con la sola idea de mejorar.

Las almas perdidas se cuentan de a miles y en el accidente de los días pasados descubrirás que la crónica insiste como el repiqueteo de un taladro que la aerolínea era de bajo costo, una sub marca de la marca y vuelta a repetir con toda la entonación aprendida en el curso de inglés que se trataba de una empresa “low cost”.

Ahora que tenemos en nuestra cabeza la palabra genial y por sobre todo barata podemos, para salvar lo más rápido posible el mal trago de la tragedia demonizar todo lo “low cost” y reciclar el concepto en algo totalmente renovado como… a ver inventemos algo así como las “benefit4U” en vez de transitar el doloroso camino de asumir que esto de abaratar por abaratar y de bajar por bajar sin ton ni son sin mediar razón conlleva un riesgo enorme ya que cuando se pierde el eje todo esto puede derivar en destrucción y muerte.

Matar o destruir son palabras que aplican en todos los sentidos, porque una mala política en el objetivo puede matar una marca o una empresa como así también la de destruir una imagen construida durante mucho tiempo o pensar que mucho de la pasión perdida y reclamada forma parte de ideales que quizás ya están muertos.

 

Dicen que el mal diseño no mata ni destruye

Hablemos un poco de nosotros y pongamos que esto de que el diseño no mata ni destruye es una verdad absoluta de la que todos estamos de acuerdo pero la pregunta que vendría asociada e inmediata sería para qué estudiamos en una universidad, para qué estamos elevando la presión a maestrías o doctorados. ¿Par qué? Volveríamos a preguntarnos mil veces.

Con el abaratamiento nos beneficiamos al adquirir bienes a valores muy por debajo del real pero debemos saber que estamos pudiendo adquirir o activar otra gran industria que es la de la precarización o como a me gusta más decir de la vulgarización y de esto los diseñadores no somos para nada ajenos desde ningún lado.

Es muy posible que a este punto de lo leído tengas confundido el eje de a dónde quiero ir pero si juntamos muertos, políticos, políticas, empresas, dirigentes y toda nuestra ambición desmedida por comprar barato sin mediar razones vamos a descubrir los ribetes deficitarios de una sociedad que lucha y lucha en este espiral de consumo y competencia desmedida. Mucho de esto en infinidad de veces se nos cuela en nuestra hoja en blanco a la hora de trabajar o de brindar un servicio que por la necesidad de abaratar o ser competitivos tampoco actuamos en consecuencia.

Vivimos y permitimos en más de una oportunidad desvalorizados salarios, precarios lugares de trabajo, mobiliario vetusto e incómodo para largas jornadas de trabajo, bajas inversiones en producción, maltrato e infinidad de cuestiones comerciales con el solo afán de poder trabajar y por acá todos somos responsable, empleados y empleadores, clientes, estados, controles y todo lo que hace a la actividad comercial que debería imponernos rigor y justeza por fuera de la valoración moral de cada actuante.

 

¿Se puede abaratar el diseño?

Es sabido y entendido que no somos una máquina de producir tornillos y que tampoco somos genios en trance produciendo ideas visuales, nos insertamos en mundos productivos que lidian con rubros que no son comparables al nuestro y ahí la conversación se nos tiñe de palabras ajenas que debemos aprender, a los golpes, a interpretar.

Todos quieren y todos deseamos sacar la mejor tajada de la torta, para eso luchamos y competimos pero si en esa refriega se mezclan peras con manzanas rara vez lleguemos a un destino feliz.

Siento que las lágrimas en memoria de cada muerto no recae sobre el perfil suicida de una persona, sino sobre la pérdida del mentado concepto de calidad o de calidad total en pos de estar obligados a bajar un punto del costo “a como sea” haciendo de una simple expresión la peor decisión tomada, una mala idea que en el diseño se conoce bien y se padece mucho aunque nuestro trabajo no mate ni destruya nada aparentemente.