Cuando la artista norteamericana Kat O’sullivan, durante la década de 1840, compró una residencia en decadencia en el norte del estado de Nueva York con el objetivo de reconstruirla y transformarla en un lugar sagrado con un estilo psicodélico que albergara su estrafalaria personalidad y retiro de la civilización.

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Bajo el glamour del bosque, la madera natural, el verde las hojas y la pureza del aire, el retiro psicodélico de esta artista frente a un lago, fue pintado en una gama de tonalidades del arco iris y figuras surreales a gran escala que transmiten frescura o locura, dependiendo de la percepción.

Desde entonces, ella y su socio Mason Brown, han añadido ventanas de forma irregular, paneles exteriores de colores vibrantes y una puerta frontal de color rosa a su casa, transformándola en una especia de ‘percal’.

Las moldura pintadas de negro agregan ese todo, como si se tratara de un esquema con una calidad al estilo de los dibujos animados, una casa que se salió de las páginas de un cómic para ser traslada en medio de la nada para su tranquilidad.

Un mural pintado a mano e ilustrado cerca del techo, dibuja hacia fuera la forma de una boca sonriente, mientras que dos marcos de las ventanas adyacentes sirven como los ojos de la cara de la arquitectura. Una casa que si bien parece que fue pintada bajo las influencias de las drogas, posiblemente, pero que sin duda es toda una obra de arte representativa de la artista.

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