Algunas avenidas principales de la Ciudad de México han transformado el diseño señalético en sus semáforos viales y los más suspicaces sospechan que se trata de una maniobra del gobierno para obtener mayores ingresos derivados de multas.

Y es que tras la implementación y colocación de sensores para la aplicación de fotomultas en diversos cruceros de la capital mexicana, también se ha determinado que los semáforos ya no muestren un parpadeo intermitente en luz verde durante los segundos previos al cambio al ámbar y posteriormente al rojo, que indica el alto total para los automóviles.

Este cambio provoca que de los nueve segundos que solían alertar a los conductores sobre la proximidad del alto en una avenida de gran afluencia vehicular, ahora sólo se cuente con tres segundos, lo que además de aumentar el riesgo de colisión, lesiones y accidentes, provoque que los vehículos se queden con mayor frecuencia en medio del paso de cebra –otro elemento de la señalética urbana esencial para la seguridad de los peatones-, se pasen los altos o se queden varados en medio del cruce.

Por donde se vea, la medida resulta contraproducente para todos, menos para el gobierno de la Ciudad de México, que vería crecer sus ingresos con la aplicación de un mayor número de multas a los conductores que se queden en medio del paso peatonal,entorpezcan el tránsito en medio del cruce o sencillamente se pasen las luces ambar o roja.

Mientras tanto, el riesgo de atropellamiento para peatones crece, lo mismo que los niveles de polución y el desperdicio de horas hombre -vehículos atorados en medio del crucero detienen el tránsito-.

No podemos asegurar que la medida en verdad busque aumentar el número de penalizaciones a los automovilistas y una mayor recaudación para las arcas del gobierno pero si nos atenemos al dicho popular que versa “piensa mal y acertarás”, sólo así podremos explicarnos el por qué de una medida que a todas luces (y no de semáforo) resulta contraproducente para la vida urbana.

Imagen: Big Stock