Tratando de entender que sucedió hace ocho minutos y diecinueve segundos.

Convengamos que el sol puede explotar en este instante y la foto que obtendremos será de una perfecta armonía. Juan y María están a punto de sellar su amor con un beso en un parque de la ciudad, Martín intenta conseguir un taxi para ir a encontrarse con unos amigos y Lucila pasea a su perra Lola.

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Hasta acá todo es normal pero en sólo ocho minutos y diecinueve segundos sus vidas cambiarán. Tranquilos, esto, hasta donde manejo mi información, no sucederá, no está en los planes del universo la destrucción y solamente nos ha prestado este ejemplo para ver si podemos entender un poco que nos está pasando.

Silencio para pensar

Generación ´60

Rápidamente veamos cuál era el perfil de un director de arte de esa época. Mínimamente a primera vista trabajadores con una gran virtud en el manejo de las artes y oficios. Con una adaptabilidad a lo que sucedía de forma vertiginosa dentro de la publicidad. Bocetos por doquier, campañas, presupuestos holgados, bastante dinero, profesionales requeridos y queridos por el medio. Respetados y admirados por sus clientes, artistas gráficos considerados el centro de la escena.

Generación ´90

Yo pertenezco a esta camada y puedo contarla en primera persona. La anterior pertenece a la de mi padre. Aprendí el oficio, mamé ese espíritu de artesanos y viajé en ese último tren que partió para no volver más.
Compré mi primer ordenador con un socio y nos subimos a un nuevo tren, uno con poca gente y bastantes asientos vacíos que con el correr de las estaciones se fue llenando.
Un tren, que para los que conocimos el viejo modelo, era inevitable no estar maravillados, todo era posible e inmediato, era cuestión de abrir la mente, aprender unos programas y ya!!!

Otra cuestión no menor es que era impensado que uno no fuera a una universidad aunque ya estuviera trabajando. Había que profesionalizarse.

Generación ´00

Y así llegamos a la nueva era, la de los profesionales que van entre veinte a treinta y largos años, que viajan en un tren, que envejeció muy rápido y está plagado de profundas rarezas, donde conviven viejos nostálgicos que mastican bronca, impulsados por la comparación constante con el antiguo tren de butacas de terciopelo bordeaux que soberanamente desbordaba de glamour con este sucio tren atestado de jóvenes y algunos no tan jóvenes sin asiento y que van de parado. Los privilegiados de estar sentados lo hacemos con vergüenza en feos sillines plásticos e incómodos groseramente diseñados que con el tiempo hemos descubierto.

En síntesis: parece que estamos viajando demasiado mal, todos.

¿Se habrá apagado el sol?

Cuando uno lee las diferentes expresiones sobre la realidad de la profesión hoy puede llegar a la conclusión que algo sucedió tiempo antes a lo que estamos viviendo.
Quizás el sol que nos llenaba de vida no está más y la oscuridad reina y reinará. Esa imagen de jóvenes noventosos maravillados con su maquinita que mostraban en su ordenador bocetos a sus jefes con aire de “el futuro ya llegó” no era ni más ni menos que la muerte de una especie, una que trabaja hoy incómoda en la adaptabilidad a este nuevo entorno donde no le es tan claro ver.

Seamos futuristas

Tal vez, la queja que impera sea el motor para trabajar esa adaptabilidad. La educación está en crisis, el periodismo, la televisión y muchos canales de comunicación se plantean lo mal que están. El mundo social y económico está frente a grandes cambios y eso es innegable.

Del documental Bueno, Bonito y Barato me quedó en la cabeza una frase que dice uno de los entrevistados con absoluta contundencia -el futuro se escribe sin palabras-, una imagen fuerte del desafío a nuestras costumbre de documentar en palabras todo.

El futuro para los jóvenes a mi entender no es algo que les produzca miedo, angustia y menos prioridad, hoy hago diseño y mañana veremos, quizás sea matemático. Esto a los de más de cuarenta nos hace ruido, nos angustia y confunde, pero es así el mañana, pese lo que nos pese.

En pos de la adaptabilidad y como consejo de autoayuda debemos tener una amplia capacidad de visión, de aprendizaje de la dinámica de la interacción. Entender de qué quiere hablar el medio y el mercado para generar un diálogo rico. Tenemos las herramientas para escuchar en tiempo real y revalorizar una charla que reposicione el rol de cada uno para echar al menos un poco de luz a nuestra profesión.

Por suerte el mundo sigue girando y María le pide a Juan con su mirada que la bese, los dos cierran sus ojos y se entregan por el amor a un futuro que saben será incierto.