Cuando George Bush hijo ganó la presidencia de Estados Unidos para un segundo mandato, el estado que lo hizo ganador fue Florida, en donde la votación estuvo reñida, tanto, que hubo que contar voto por voto. En este proceso, una de los temas que saltaron fue el diseño de las boletas. En los Estados Unidos cada estado, incluso cada condado puede tener un diseño diferente, y en muchos de ellos se colocan en una sola papeleta todos los temas a votar: presidente, cámara de representantes, senado y hasta temas de interés general, como alguna iniciativa local o propuesta de ley.

El diseño de la boleta de Florida estaba tan mal resuelta, que era confuso por quién se estaba votando para presidente: todos los nombres se encontraban alineados a izquierda y derecha con un ligero desfase que hacía que los nombres quedaran escalonados. El espacio para votar se encontraba al centro, de tal forma que se prestaba a confusión si el círculo correspondía al candidato de la derecha o de la izquierda.

Tan obvio fue ese tema, que AIGA a través de Michael Bierut creó un anuncio fotografiando una boleta con un texto cruzado que rezaba: «El diseño cuenta».

ny_mb_design-counts-copy

En las elecciones que tuvieron para elegir presidente esta semana, la misma queja volvió a cobrar fuerza: ¿Dónde están los diseñadores de experiencia del usuario (UX)?

Algo tan sencillo como marcar con una equis sobre el candidato pareciera una opción tan sencilla, que quizá la mano del diseñador sobre el diseño parecería apenas visible.

En México, para irnos al otro extremo, en donde el diseño de boletas es unificado la historia es diferente. Bajo el pensamiento de universalidad para cualquier mexicano, desde alguien bien letrado hasta el más analfabeto deberá ser sencillo reconocer por quién votar, para qué posición se llena cada boleta y qué urna se coloca, tan solo por el color de la parte posterior.

Pero no todo está tan bonito en nuestro país: cuando se trata de un debate, por ejemplo, el aburrimiento de escuchar a políticos se aumenta al doble al presentarse en un escenario plano con fondo gris y con cero expresividad. Y es que en México pareciera que cada partido político se adueña de un color diferente, mismo del cual reclama exclusividad, de tal forma que el partido azul, amarillo, verde, rojo, naranja, guinda o turquesa no puede utilizar otro color que no sea el suyo. Esto ha provocado que se llegue al gris como el neutro, el que no dice nada, que no inclina la balanza. Me gustaría estar en la mesa en donde se deciden estas cosas, escuchar a los políticos defender sus colores como si formaran parte de sus ideales.

Lo que tienen en común todos los casos aquí expuestos es la ausencia total de un diseñador como encargado de la imagen. Un diseñador —no un diseño— con algo más que la voz a través de un ordenador o un original mecánico, sino con la autoridad de proponer, reflexionar y aplicar temas que conciernen a la aplicación gráfica, a la guía a través de un proceso visual que acompañe al votante en un recorrido que termine con la satisfacción de que el diseño nunca se notó, nunca cobró un papel relevante ni protagónico, pero que sirvió y funcionó correctamente.

En otros países, las asociaciones de diseño comúnmente juegan este papel de moderadores en una sociedad en la que el diseño es parte de una vida cotidiana. AIGA, por ejemplo, hace cuatro años detuvo la intención del gobierno federal de EUA por convocar a hacer concursos de carteles por cualquier cosa, reflexionando sobre la banalidad de enviar un mensaje conciso a través de una selección de ideas al azar.

Me parece sumamente importante que como diseñadores aprendamos a hablar, a definir nuestros principios y hacerlos valer como gremio, tanto en pequeña como a gran escala: en una junta de mercadotecnia de una empresa como en un proyecto de interés nacional, como unas elecciones.

Lamentablemente los diseñadores casi siempre jugamos un rol de bajo perfil en la toma de decisiones donde realmente deberíamos intervenir: una proceso de ventas, una campaña en redes sociales o hasta el diseño de la invitación navideña para la compañía requiere algo más que solo una voz silenciosa y tímida que se quede en un resultado meramente estético. En todos los ámbitos se requiere de una voz calificada que reflexione desde el diseño una estrategia efectiva, aplicable a prácticamente todos los quehaceres del mundo de los negocios e industriales.

Desde tu propia trinchera, esta es una invitación a que hagas que el diseño valga, que quienes toman decisiones tengan en el diseño una herramienta más al momento de elegir.

Design Lifer
Diseñador gráfico con maestría en diseño editorial por la Universidad Anáhuac y con cursos de Publishing en Stanford. Actualmente dirige MBA Estudio de Diseño, dedicado al diseño editorial, identidad y publicitario, además de realizar scounting y contratación de talento de diseño para diferentes empresas. Es profesor en la Universidad Anáhuac y la UVM. Le gusta la caligrafía, tipografía, la música y la tecnología.