Quisiera leer una revista sin tener que tocarla u olerla.
A veces quisiera comprar discos más por el contenido que por el diseño de su portada.
No tratar de adivinar las tipografías en todos los anuncios que veo en la calle.
No tener que criticar el menú de a cuanto restaurante voy.
No pensar si el slogan de la campaña es lo mejor que se les pudo ocurrir.

A veces quisiera sentirme satisfecho con mi diseño que acabo de recibir de la imprenta.
Ser más comprensivo cuando el cliente me manda su logo en Word.
No enojarme cuando me piden que pare la impresión y haga cambios de último momento.
Dejar de deducir los colores en CMYK.
No indagar si el libro tiene una tinta directa.
Dejar de dibujar en todos lados.

Quisiera dejar de juzgar a quien cree que Arial es la fuente más bonita que existe.
No frustrarme cuando me habla la imprenta que no incluí una fuente.
Quisiera saber cuándo parar y dejar de perfeccionar un trabajo.
Entrar a un sitio web y no pensar cómo lo hubiera diseñado yo.
No ver un diseño y decir: «lo pude haber hecho mejor».
No criticar los fondos de pantalla de los demás.

A veces quisiera no tener que opinar cada vez que alguna empresa rediseña su imagen.
No tener que usar colores.
Usar la paleta de colores básica de Power Point.
Usar Power Point, como todos los demás.
Dejar de comprar lápices.
No fijarme en las faltas de ortografía en todos los posts de Facebook.

No investigar nuevas formas de producción.
Poder tomar fotos como todos los demás.
No tener ganas de viajar tanto.
Ser más condescendiente con mis clientes.
No tener que explicarle a la gente por qué un logo está mal hecho.
No tener que diseñar hasta una carta en Word.

Tomar la primer fuente que aparezca en el listado de tipografías.
No usar cuadernos para dibujar.
No adivinar de qué tono de Pantone es el cielo el día de hoy.
No ser quien le pone nombre a los vasos desechables en las fiestas.
Dejar de adivinar si las fotos en los espectaculares son de Shutterstock.
No garabatear las manteletas de los restaurantes.

Dejar de criticar el diseño de los demás.
Dejar de usar servilletas para escribir ideas.
Poder usar una computadora para solo abrir Office, YouTube y jugar en ella.
No necesitar una computadora con tanto RAM.
Trabajar sin música.
Dejar de comprar cosas solo por su diseño.
No sentir que me muero cuando alguien usa Harabara o Century Gothic.
Usar menos mi goma de borrar.
Que mis archivos pesen menos de un mega.

A veces, me gustaría percibir el mundo como una persona normal, pero entonces recuerdo que no puedo, nací diseñador, y se me pasa.

designlife mb

Design Lifer
Diseñador gráfico con maestría en diseño editorial por la Universidad Anáhuac y con cursos de Publishing en Stanford. Actualmente dirige MBA Estudio de Diseño, dedicado al diseño editorial, identidad y publicitario, además de realizar scounting y contratación de talento de diseño para diferentes empresas. Es profesor en la Universidad Anáhuac y la UVM. Le gusta la caligrafía, tipografía, la música y la tecnología.