Cuando decimos o escuchamos estas palabras son meramente para apostar en un juego de cartas. No suena nada riesgoso, pero lo es. Pero eso es fácil decirlo mientras apuestas todo sin tener ninguna buena mano (buen juego).
La semana pasada durante un concurso más real que Acapulco Shore muchos asesores y consultores se encerraron por dos días. Era muy “fácil” lo que tenían que hacer: solucionar problemas. Sí. Es fácil. Un niño de 5 años te puede solucionar un problema. También un Rabino. Un ilustrador también.
Las asignaturas de estos profesionales eran argumentar, justificar esos problemas. Sin importar si eran financieros para solucionar un problema de diseño. Lo importante era entender bien el problema. Por ende no estaba permitido jugar al teléfono descompuesto. Pues un solo malentendido toda la solución y 48 horas se iban a tirar en el bote de basura más cercano.
Se hicieron dos filtros en los que los jueces por medio de unas rúbricas calificaban y determinaban aspectos como: entendimiento del problema, diseño de cronogramas, plan de trabajo y financiero. Adicional a la creatividad y poderío de innovar.
Hubo muchas desilusiones pues equipos creyendo que iban a ganar no pasaron a la segunda ronda. Había tención y más cuando trabajas con gente, quienes nunca lo habían hecho. Diferentes talentos, puntos de vista y visiones se convirtieron en enredaderas y posteriormente en arenas movedizas, de las cuales nunca salieron.
Les puedo asegurar que los que ganaron por lo menos por dos razones. No. No fue porque eran los más inteligentes, tampoco por los que investigaron más. Tampoco por ser buenos oradores. Ganaron porque no quisieron. Exacto. Ganaron porque no le dieron importancia al premio.
Ellos llegaron a las últimas instancias por otras, pero diferentes razones. Pasión y diversión. No quiere decir que no se mentaron la madre, claro que si. Eso es bueno, pero que sea con respeto (no se si eso exista, pero bueno, espero y me entiendan). Claro que siempre habrá y existirán diferencias.
Ellos sin esperar nada a cambio se divirtieron. Entre ellos mismos se conocieron y se respetaron. Se abandonaron, pero sacaron la casta. La aplicación de sus conocimientos, de su pasión por sentir que esa solución era lo correcto, de su amor por querer hacer las cosas sin importar las diferencias y cuantas veces se hayan ofendido.
Para ustedes que aún no pasan del primer filtro, sigan así. No se desesperen. Entender a un cliente es complicado. A veces quiere menos de lo que piden o más. Ustedes se van a estar definiendo como asesores al encontrar un estilo de trabajo. Se están conociendo a ustedes mismos y demostrarán como lograr una excelente gestión. No todos los problemas que deben de solucionar son igual. Sino hay cosas pequeñas que hacen una gran diferencia.
Tanto tú como ellos han apostado todo, el fracaso es intercambiable por el éxito. Y el éxito es intercambiable por el fracaso. Nada es seguro. Pero si te apasiona lo que haces y crees en ti mismo, te puedo firmar en estos momentos que consumiré tus productos y servicios.
Sin importar la edad que tengas no dejes que llegue la hora de cantar la última serenata. Arriésgate y vive. Siempre ‘all in’ sin ningún arrepentimiento ¿va?. Escoge la vida.