Enclavado sobre la Calzada de Tlalpan, en el sur de la Ciudad de México, el Estadio Azteca es una de las construcciones deportivas más importantes no sólo en la república mexicana, sino en el mundo. Su construcción duró cosa de cuatro años y fue inaugurado a finales de mayo de 1966, hace justo 50 años.
El arquitecto encargado de elaborar y llevar a ala práctica este impresionante proyecto fue el célebre Pedro Ramírez Vazquez, quien levantó otra construcciones destacadas en la capital mexicana tales como la Basílica de Guadalupe y el Museo de Antropología, entre otros emblemas arquitectónicos de la Ciudad de México.
Sobre terrenos pedregosos que fueron espacios ejidales de los habitantes del pueblo de Santa Úrsula Coapa, en una zona que en aquellos tiempos era considerada como la orilla de la urbe, fue desarrollado este ambicioso proyecto que contempló romper la dura piedra volcánica que abuda en la zona.
La instalación deportiva fue planeada para celebrar los juegos y ceremonia inaugural y de clausura del Campeonato Mundial de Futbol en 1970, y su capacidad de personas sentadas alcanza las 105 mil plazas, la construcción de concreto y acero reforzado se realizó de modo semi profundo en un terreno que superaba los 63 mil metros cuadrados.
Además del campeonato mundial de 1979, el Azteca vio la final del Mundial de 1986 y ha visto infinidad de encuentros de este deporta además de eventos sociales de toda índole, desde conciertos hasta encuentros de box y uno que otro evento religioso anual.
Frente a esta instalación deportiva, que por su capacidad se cuenta entre los más grandes del mundo, se puede epreciar la escultura Sol Rojo, que el artista plástico Alexander Calder desarrolló en aquellos años en los que la ciudad se vistió de arte contemporáneo, como ocurrió también con la Ruta de la Amistad, que a lo largo de una buena porción del Anillo Periférico colocó impresionantes ejemplos del arte escultórico de la época.
