Escrito por Héctor Yaverino

¿Qué le da sentido a nuestra vida?

Muchos podremos decir que el amor, el dinero o el poder.
O todas a la vez. Debido a lo anterior pareciera que vamos por la vida persiguiendo un espejismo o una falacia, siendo simples marionetas en este mundo gobernado por personas que tienen en su ser muy arraigada la idea que el amor al poder es más grande que el poder del amor.

Nuestra esencia, deseos e inteligencia son el verdadero motor de nuestra existencia y no lo anterior, esa única, divina y perfecta esencia es la responsable que la raza humana haya perdurado por varias eras. Dicha esencia es responsable de los avances tecnológicos, científicos y médicos.

Estamos tan cerca de inmiscuirnos en el propósito de nuestra existencia que olvidamos ver en nuestro interior, debemos volver a la fuente de todo lo creado, de todo lo que ha estado, todo lo que está y todo lo que estará de forma inminente y permanente.

Parte infinita que no está sujeta ni al tiempo ni espacio.
Tan solo somos la individualidad entre millones y solo tenemos esta oportunidad, vivamos con alegría, gozo, esperanza y fe.

Nuestra armadura permanente debe ser la humildad y nuestra meta ser un guerrero de bondad, empatía y compasión.

Dentro de ti hay un CAMPEÓN, Déjalo salir.
Tu momento es ahora, levántate.

Ese es el diseño el amor transmitido en la pausa de un objeto conjuntado con manos, ensambles y en este cado de troncos y desperdicio de madera. Lo que para unos es basura, para pocos es pasión, amor y visión. Dentro de una sociedad elitista preferimos arte y diseños de países y apellidos que no podemos pronunciar.

El consumo local va en decadencia y el internacional va a en aumento. Dentro de una charla que tuve el sábado pasado con un artista local y nacional debatimos sobre:¿Qué está pasando con el diseño hoy? El arte es mejor si se regala, pero no es apreciado. Cuando es comprado es más valorado. Nos encanta comer sucio, con ruido, con la tele encendida y con nuestros celulares cubiertos de salsa y pegamento de cerveza seca.

Todo lo que se consume es por lo que queremos ser o aparentar. Es complicado tomar decisiones propias, anti impulsivas. Lo que tenemos es para los demás. Por eso se prefiere tener productos de vitrina y no de bodega. Los de vitrina son para que la gente los vea y te haga críticas y positiva. Los de bodega son meramente personales.

La apreciación de un producto de diseño es equivocadamente no valorado. Pues es cuando el tiempo se detiene producido por pasión. Una o varias historias por contar del producto.

Es complicado dentro de una semicosmopolita apreciar el arte local pues se tiene a estados unidos a 400 Km de distancia. Pero eso si. Desaprobamos las políticas del ‘Trumpismo’ y no aprobamos el talento local.

Entiendo frustraciones de la pasión transmitida en arte. Se hacen por amor al arte, pero cada gota de sudor tiene su precio. Como decía Ogilvy: “Si eres bueno en algo, cobra por ello”