Si hay algo por lo que los diseñadores, tanto gráficos, industriales o web, deciden alguna de estas profesiones es para olvidarse en su totalidad de los números, deciden ser artistas y su frase favorita es: “A mi las matemáticas no se me dan”.

Pero a una realidad que se enfrentan cuando se disponen a prestar de sus servicios a alguien más es: ¿cuánto y cómo debo cobrar?

Sin saber mucho sobre números, algunos se cotizan por su tiempo, otros por su experiencia u otros se echan un volado.

Se dice que existen 3 obstáculos que se apropian del diseñador a la hora de cerrar un trato: miedo, frustración y ansiedad.

Muchas veces al diseñador le pasa que, “o cobró muy poco o cobró demasiado”, ¿cómo saber esto?

Se dice que la mejor manera de cobrar tu trabajo es por hora y no por proyecto. Es muy importante que calcules cuánto tiempo y dedicación aplicarás en cada proyecto, ya que al momento de entregar el trabajo terminado demuestres las horas que hiciste y así el cliente vea realmente en que invirtió y no pida descuentos. Si permites algún tipo de descuento, estás devaluando tu trabajo.

Ahora, si te piden algo fuera de tiempo y de la cotización, puedes argumentar con profesionalismo qué estaba fuera del cobro y se le aumentará la cotización dependiendo las horas extras más de trabajo.

Algo que no puedes dejar fuera de la cotización son tus herramientas de trabajo. Muchos diseñadores se olvidan de incluir esta parte en el presupuesto. Si trabajas desde casa(la mayoría de la veces), debes incluir tú equipo, ya sea desde la computadora, internet, luz, papelería, llamadas o hasta el café.

Otro punto importante para saber como y cuanto cobrar es saber e investigar el tamaño del cliente al que te estás enfrentando. Si la empresa o cliente es grande, debe cobrarse una cantidad elevada ya que tardarás más tiempo haciendo algo de mayor calidad y creatividad, trataras con gente de mayor importancia, tu trabajo será puesto a prueba por más de uno y el impacto será mucho mayor.

Por eso algo que no debe faltar en un diseñador es la confianza, arriesgarse a cobrar lo suficiente y necesario por su trabajo y que se te olvide la vergüenza de cobrar lo que es. La cantidad ya lo decides tu senior o junior, al final lo puedes ver desde dos perspectivas: el mercado y el valor de tú trabajo.