Las manifestaciones sociales surgen por infinidad de motivos y casi siempre enarbolan causas de interés colectivo que involucran derechos humanos, exigen justicia ante malas decisiones gubernamentales o enfrentan regímenes y políticas autoritarias, por eso es que el discurso visual se debe referir a ellas con sumo cuidado.
Pepsico presentó en días pasados una pauta publicitaria con contenido visual en la que, para anunciar su refresco de cola insignia, colocan a la socialité Kendall Jenner en medio de una sesión de fotos justo frente a un contingente de manifestantes que se enfrentará a los grupos policiales que están conteniendo a la gente.
Alguno de los manifestantes invita a la celebridad a unirse al movimiento y ella accede, se quita una rubia peluca y el exceso de maquillaje, toma una lata de Pepsi y se dirige hacia uno de los uniformados para ofrecerle un trago de la bebida. Acto seguido, el oficial sonríe y en la manifestación estallan el júbilo y la camaradería.
La difusión de este video generó de inmediato críticas para la marca a través de las redes sociales y uno de los argumentos principales se centró en el hecho de ridiculizar y minimizar el derecho de las personas a estar inconformes y a manifestar su descontento.
La empresa, por su parte, sostenía en un principio que se trataba de un mensaje buscaba mostrar a personas de distintas condiciones sociales cuando son capaces de unirse en espíritu para lograr la anhelada armonía social.
Pero la crítica fue tan generalizada, que la refresquera terminó por eliminar el contenido, ofrecer disculpas y admitir que su mensaje perdió toda dirección. ¿Habrían retirado el mensaje si se hubiera difundido una década antes?
Es innegable que los tiempos cambian y las marcas se han tenido que adaptar a la respuesta de los consumidores y los espectadores, quienes a través de una herramienta tan poderosa como las redes sociales han sido capaces de unificar criterios colectivos y encumbrar o tirar al suelo a las marcas, productos y sus mensajes de difusión. ¿Qué opinas?