Son las 11am de cualquier día de la semana. El diseño del café es de aspecto industrial ecologista con techo de madera. Hay una barra de color negro. Una señora platicando sus anécdotas de que la noche anterior había tomado por primera vez en su vida mezcal. Fácilmente podría escribir un libro donde queden impresas las anécdotas contadas por estas 3 paredes de concreto y una de cristal.

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Se aprecia inmediatamente el esmero del diseñador y del arquitecto. Mi lugar favorito es en la barra trasera, pero con vista a ¾ partes del lugar y hacia la calle. Sin duda alguna el diseño de una tienda o sucursal es importante, ya que despierta el interés que dormía su larga siesta.

Es un retailer que jamás se a anunciado en ningún tipo de BTL o ATL. Todo habitante de la zona o trabajador de la misma ubica el lugar a la perfección. Mientras vemos retailers de cadenas o franquicias que gastan sus 100 miles de pesos con anuncios nada creativos y que seguramente estas cadenas conocidas mundialmente venden mucho menos que una simple tienda en una pequeña ciudad.

Quiero destacar mucho el diseño ambiental porque si habláramos de la estética del logo jamás lo haría ya que no lo recuerdo. ¿Entonces el logo no es importante? Si lo es, pero para que vas a recordar un logo de una tienda que provee buen producto y tiene un servicio excepcional. El personal con sus meseros, lava losas, chefs y baristas no son más que una sóla persona.
Muchos negocios apuestan por elevar sus ventas después de una gran sequia de flujo de efectivo. Otros prefieren elevar y transformar la atención al cliente, servicio y la estética del diseño interno. Es decir, ¿De que te sirve hacer campañas de miles de pesos cuando no has transformado tu servicio y mejorar tu cadena de valor?

La mejor publicidad de este ejemplo es no hacer publicidad pagada. El retailer confía demasiado en sus comensales, quienes nos convertimos en embajadores de marca. Somos los emisores sin paga alguna que damos buenos comentarios sobre el buen ambiente que se desarrolla dentro del lugar.

Las cadenas apostarían por tener algo así, pero no lo han podido lograr. Cada quien entra como si fuera un gran empresario o elevar el autoestima de ellas o ellos quienes se ven con sus amigos y con la pura mirada marcan un estatus social. En el Kaldi no es así. Cada quien es quien es. Vas con el mood de leer, o de trabajar, de escribir, de platicar, o incluso de dormir una siesta.

Nadie aparenta ser alguien que no es, pero si todos aparentamos ser quienes somos y eso hace de un lugar enriquecedor y muy gozoso. Regresando al diseño de la transformación de servicio es lo que yo considero una lealtad ambiental y de producto. Es verdad que las cadenas gastan en neuromarketing para lograr lo que en esta otra tienda logra de una manera orgánica y natural.

Muchas veces existe una interminable confusión en las que pequeñas empresas o negocios no saben o no se creen capaces de competir a los monstruos del consumismo actual. Este es un claro ejemplo que si hay una capacidad. Con decirles que te puedes topar al dueño en cualquier calle angosta y empedrada del centro, mientras que los dueños de esos monstruos andan en sus yates o pasando largas veladas en los Emiratos Árabes.

Construyendo un mercado y un gran diseño de servicio al cliente y de interiores se pueden lograr cosas extraordinarias. Esmera y confía tu lado creativo en donde puedes innovar con poco presupuesto. No te confundas en ofrecer algo que no quiera tu consumidor. Quiébrate la cabeza en mejorar eso que le gusta a tu gente. ¿El dinero? No es pretexto