México D.F.- La creatividad para los equipos generadores de ideas es sin dudas como el agua para el humano, sin ella, perecen. Pero toda idea creativa contiene en su genialidad un origen y un principio, el cual proviene de la investigación y la recopilación de datos que sean “inspiradores” en la creación de nuevos conceptos, o por lo menos la combinación de ellos para concebir nuevas mezclas que sean atractivas para las audiencias y el mercado.

Posiblemente con los años la imagen del diseñador se ha visto relegada a la de un “pseudoartista” con aspiraciones marqueteras, y por desgracia así es, la imagen de una profesión como ésta, se va excluyendo en automático de ciertos procesos tan interesantes como el de la estrategia al tender a convertirse en “divas” y “rockstars” del diseño; no cabe duda, el diseño es una labor que requiere cierta sensibilidad y cualidades de quien lo desempeña, pero jamás se puede alejar de otros modelos de pensamiento como el que se desarrolla en el marketing; al final, van de la mano.

Infinidad de ocasiones al diseñador o diseñadora se les califica como “gente rara”, “cultos y diferentes”; claro! Suena atractivo querer diferenciarse, sin embargo la línea entre la genialidad artística y la originalidad industrial o informática es muy marcada: no se puede vender cubismo para comunicar productos por catálogo. El diseño es una profesión que vive de los cambios sociales y económicos, es una labor que puede crear grandes cambios en procesos de comunicación.

Los paradigmas humanos evolucionan de una manera muy intensa y abrumadora, ahora vemos software para diversas labores que fácilmente pueden optimizar el trabajo de 3 diseñadores a la de un solo elemento, las nuevas tecnologías impactarán poco a poco pero con más dureza en algún momento el campo laboral. Ejemplo de ello es la idea de contar con Papel digital (que además sea desechable), que utilizaría un material llamado electrowetting para crear imágenes sobre un sustrato tipo papel con lo cual (en sustitución de las placas de vidrio), los procesos de impresión y diseño evolucionaran de una forma muy dramática que únicamente algunas generaciones posteriores a las que sean ya nativos digitales podrán o se les facilitará incorporar a su modus vivendi.

El diseñador me parece se ha ido acunando por si mismo en una especie de halo que usa como pedestal, el cual sin embargo es su propia sepultura profesional e intelectual, buscar nuevos campos de aprendizaje y conocimientos, “rascar donde no pica” tal como diría Pere Estupinyà, periodista y divulgador científico español.

La necesidad de evolucionar; dejar de pensar en cerebros multitask y si a mentes multidiciplinarias es una ganancia muy conveniente para los diseñadores, cuestionar, preguntar, pero ante todo preguntar la razón y el por qué de algunas estrategias no abarca todo el campo de la profesión; lo edificante de proponer, poner en la mesa soluciones que tengan un real proceso fundamentado y estratégico, puede dar paso a nuevas concepciones del diseño, salir de la “cueva mística” y de “incomprendido” a la de un profesional que tiene como incorporar información de muchas más areas y campos de aplicación.

Al final de cuentas, la creatividad siempre transita por la antesala del conocimiento, de los datos y de la necesidad humana de crear.