Para muchas personas, durante la niñez resulta extenuante el Día de la Madres por causa de la obligación que en los primeros ambientes escolares existe para participar en las tareas alusivas a este festejo: actividades musicales, dancísticas y manualidades son realizadas por los pequeños mientras los profesores son quienes dirigen estas sencillas -pero complejas de comandar- actividades.

En lo que no reparan muchos de quienes se quejan de los amargos recuerdos que estas experiencias traen para algunos es que se trata de uno de los primeros contactos -tal vez el primero- que existen con la creatividad en sus diferentes modalidades.

De los festivales del 10 de mayo muchos recuerdan con cierta vergüenza el pequeño traje regional o el vestuario que emula cualquier fantasía para ser desarrollada con pasos de baile; algunos quisieran olvidarse de las canciones interpretadas o esconder los malos cortes y costuras de los regalos para la madres hechos con las propias manos y que en la infancia representan acciones obligatorias para ser realizadas.

Pero en lo que no se reflexiona es que en sociedades desiguales como la nuestra, en las que pueden existir carencias y vacíos de educación para muchos sectores, este tipo de actividades creativas y con nociones de arte puede representar para muchos pequeños el primer contacto con la actividad creativa en forma.

Aquellos niños que se comprometen con la ejecución de actividades creativas para el festejo de las Madres probablemente han encontrado nichos vocacionales importantes y de un buen seguimiento a sus habilidades pueden surgir verdaderas trayectorias profesionales en el diseño, las artes visuales, la danza, la música, la oratoria, las letras y otras tareas que involucran a la creatividad.

Así es que si te quedan algunos recuerdos amargos de las festividades del Día de las madres, piensa que probablemente fueron días que lograron detonar tu vocación de creador.