A menudo la gente confunde las funciones de un arquitecto y las de un diseñador de interiores. Para empezar se tiene que aclarar que ambas profesiones son indispensables y éstas se deben conjuntar para obtener resultados satisfactorios tanto en estética como en funcionalidad.
El arquitecto está encargado de realizar la medición, planeación y construcción de un recinto de acuerdo a las necesidades de los clientes, así como las oportunidades del clima, materiales y del terreno. El análisis que realizan éstos se refiere más a las vinculaciones y relaciones interespaciales de una vivienda y la elaboración de diagramas de funcionamiento de la misma. Es decir hablamos de la estructura en sí.
En cambio los diseñadores de interiores están encargados de armonizar los espacios y dotarles de una identidad o estilo. Éste debidamente construido para que los habitantes disfruten de la estancia con todas sus necesidades definidas.
Quizá te interese: 5 tendencias de diseño de interiores y muebles en 2018.
Cabe aclarar que ambos tienen habilidades similares como realizar planos, dibujar, analizar espacios, etcétera. Pero en conclusión, para entender la diferencia entre uno y otro. El arquitecto tiene conocimientos estructurales, es decir, de cimentaciones, materiales de construcción e incluso de tiempos.
En cambio el diseñador de interiores tiene más conocimientos de materiales como textiles, pisos, etcétera. Y reconoce la oportunidad de dotar o disminuir la entrada de luz en una habitación, o cómo hacerla visualmente más grande de lo que aparenta.