Las ideas de diseño modernas se ponen cada vez más traviesas, innovadoras e inteligentes. Hace unos días, merendando en un café, me encontré con un vaso bastante simpático que en vez de tener el diseño acostumbrado, estaba reclinado hacia un costado, similar a una pequeña torre de Pisa transparente. La inclinación era tal que hasta me parecía un poco inquietante, ya que daba la sensación de que en cualquier momento la bebida que contenía podía derramarse. Pero no sucedió. El diseño de aquel vaso jugó con los límites y se presentó atractivo e interesante.

De un diseño similar, el hotel Harbour Plaza 8 Degrees, en la ciudad de Hong Kong, también juega con el espacio, la perspectiva y el asombrado observador al erigirse hacia un costado. No sólo el edificio presenta esta estructura, en los salones comedor hay cientos de aquellos vasos que encontré en el café.

En lo que respecta a la construcción, la sensación es, también, un tanto inquietante: algo así como lo que se siente al observar la inclinación de la famosa torre de Pisa, y preguntarse si acaso no se caerá tarde o temprano. Sin embargo, el diseño de este hotel no es tan drástico como el de aquella torre o el de sus vasos. La inclinación está apenas insinuada en las paredes, las puertas y los utensilios. La búsqueda no es sólo la de ser “únicos” sino también la de contagiar tal efecto en sus huéspedes.

Cuando se trata de vasos, nos hemos acostumbrado al clásico diseño Stripy, con estrías semi-opacas, o a aquellos con figuras geométricas, incluso hemos visto alguna que otra forma extraña. Lo que tiene de particular la idea de un vaso inclinado es que si bien para algunos puede ser “inquietante” (palabra excesiva quizá), juega, se divierte y termina generando la sensación de que contiene más líquido que cualquier vaso cilíndrico común. El hecho de que este diseño se haya mudado hacia construcciones de edificios es muy singular, y otro ejemplo de que la creatividad en el campo del diseño no tiene límites.