Hace un par de años estaba en un aeropuerto, de repente escuche música que no provenía del sistema de audio de la terminal. Cerca de mí un par de adolecentes escuchaban música en un parlante portátil, el objeto era interesante, tenía un diseño que recordaba aquellas grandes grabadoras de los 80´s con doble casetera, ecualizador manual y luces integradas.

La música provenía de una memoria micro sd que, al mejor estilo de un casette, podía contener la música que uno quisiera escuchar y ser intercambiada a la medida que se buscara oír otra selección de música. Esto llamó mi atención, no solo por el dispositivo en sí, sino porque en plena era del iPod y los Beats Audio, ahí estaban un par de jóvenes que sostenían en la mano un aparato que no puede ser llevado cómodamente en el bolsillo y que además hacía que todos alrededor escucharan lo que ellos escuchaban, no era la expresión de individualidad y aislamiento de los famosos audífonos blancos de Apple, al hacer de esta una experiencia social, ellos la hicieron palpable, la hicieron tangible.

Como cosa curiosa, fue en ese mismo año que en navidad me dieron una Fujifilm Instax Mini 8, de seguro las han visto se trata de estas pequeñas cámaras instantáneas de color pastel que producen pequeñas fotografías de bolsillo, que locura!, todos mis amigos tuvieron que ver con ella, se peleaban por una foto, querían conservarlas y ponerlas en sus escritorios, simplemente estaban encantados y pronto no fueron pocos los que tuvieron la propia; incluso unos meses después, una buena amiga me pidió el favor de usarla para tomar las fotografías de los asistentes a su boda, esa pequeña instantánea sería el recuerdo del feliz día, ni que decir que todos quedaron encantados con la idea, los niños fascinados ya que nunca habían visto igual, los adultos atesoraron ese pedazo de nostalgia. Fue un día de reflexiones, la primera sobre ¿por qué la gente se casa?, aunque esa no viene al caso en este artículo y la segunda sobre la alegría con una tecnología que se considera obsoleta y superada por las mucho más modernas, eficientes y capaces cámaras digitales, la única explicación lógica es que el hecho de poseer, de físicamente disponer de un recuerdo de alguna manera es equivalente a guardar mil fotos de nuestras últimas vacaciones en el disco duro de la computadora.

Este final de año precisamente vino el remate de esta observación, las vitrinas de los almacenes de mi ciudad se llenaron de tocadiscos, aunque no precisamente el del abuelo, se trata de avanzados dispositivos con sonido de alta fidelidad, sincronización bluetooth y hasta memoria interna; no obstante, lo principal y que más llamaba la atención, la capacidad de reproducir LP´s de 33, 45 y 72 revoluciones. La presentación de estos aparatos, maravillosa, tonos pasteles y eléctricos, con materiales que iban desde el aluminio hasta el cuero, toda una experiencia sensorial.

Estos tres objetos de los que hablo, el tocadiscos (no olvidemos que de igual manera la venta de los LP´s se ha disparado desde 2013), el parlante y la cámara, no son productos aislados, ni siquiera me atrevería a llamarlos “objetos de nicho”, son la semilla de algo que creo será una tendencia en el 2016 y los años por venir.
Un LP se raya fácilmente, una fotografía instantánea no puede modificarse, llevar un parlante es incómodo, ¿Por qué volvemos a esto?, porque un iPod nos permite escuchar música, pero no disfrutar el arte de una carátula, sentir los surcos y particularidades del disco, organizar una colección en casa, salir en búsqueda de tesoros musicales, hacer del LP una pieza de diseño, una cámara digital es una mejor opción a una instantanea, pero no nos permite hacer que cada foto sea única, realmente única, que pueda ir con nosotros por siempre sin necesidad de tener la batería cargada o un computador cerca, ni mucho menos de disfrutar de la sutileza de lo imperfecto, más que de una compra de nostalgia, lo que las personas buscan en estos objetos es la dicha de lo tangible, lo maravilloso de la experiencia, lo único de la imperfección, eso es algo que la era digital nos ha quitado, pero también es algo vuelve con fuerza . No se trata en ningún momento de volver a lo superado, el tocadiscos es un ejemplo de eso, los nuevos modelos integran funciones propias de la era del silicio, como leer archivos mp3 desde una memoria o conectividad bluetooth, lo que se debe buscar es unir de una manera satisfactoria las propuestas de lo actual con la experiencia del pasado.

Hoy hacer tangible una característica de un objeto, magnificar su capacidad de provocar emoción y fascinación es un reto de diseño, ¿cómo lograr que, sin caer en la trampa de la nostalgia, un objeto sea algo más que un detonador de un solo sentido?, ¿Cómo hacer que la posesión sea más que un valor funcional?, después de todo, tener el dark side of the moon en mp3 no tiene ningún mérito, tener el álbum es otra cosa muy distinta y más si es una copia de la época, que no se nos olvide, un buen objeto es ante todo, una buena historia o sino pregúntele a Amazon por qué en 2015 abrió su primera librería física . Dicho sea esto, 2016 será entonces el año del fin de lo intangible.

Andres Sanchez
Administrador de Empresas con un Máster en Creatividad e Innovación y egresado de Singularity University. Firme creyente que si con una palanca se puede mover el mundo con una buena idea se le puede hacer volar. Fotógrafo de fin de semana, astrónomo de toda la vida. Apasionado por el diseño y las ideas que nos cambian el pulso. Actualmente miembro fundador de Eurecca, Creatividad, Ciencia y Estrategia