7. Playtime (1967) de Jacques Tatí

Jacques Tatí una vez más aparece ironizando sobre la arquitectura moderna y sus vicios. En Playtime un contingente de turistas americanas, que planea la visita de distintas ciudades capitales, hace un viaje por Europa.

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Al llegar a París, se dan cuenta de que el aeropuerto es exactamente igual al de Roma, de que las carreteras son idénticas a las de Hamburgo y que las farolas guardan un curioso parecido con las de Nueva York.

En resumidas cuentas, el escenario y los distintos arquetipos edilicios no cambian ni en forma ni en esencia de una ciudad a otra. Puesto que no pueden conocer París, se conformarán con pasar veinticuatro horas con parisinos de verdad, entre ellos Monsieur Hulot.

8. Mon Oncle (1958) de Jacques Tatí

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En Mon Oncle, Jacques Tatí muestra el absurdo de la realidad cotidiana a través de escenas que muestran dos mundos contrastados y superpuestos. Por un lado, la preexistencia de la ciudad antigua y tradicional europea y, por otro lado, el barrio nacido de la posguerra representado por una casa exageradamente moderna, a tal punto que se torna inhabitable. El señor Hulot, proveniente de la parte antigua de la ciudad, no tiene trabajo y se ocupa de llevar a su sobrino Gérard a la escuela y traerlo después a la ultramoderna casa de su hermana, casada con el señor Arpel, quien intenta ocupar a su cuñado en la empresa de fabricación de tubos de plástico en la que trabaja.

En síntesis, Tatí, con su mirada crítica y ácida, es capaz de divertirnos al dejar en manifiesto las dimensiones e incongruencias de esos dos mundos en una continua serie de gags vinculados a la forma de vivir de esta sociedad deshumanizada.