Uno de los materiales más se utilizaron en la cultura mexica para la fabricación de joyas y el arte ritual son los caracoles marinos, conchas y otros moluscos que fueron traídos de prácticamente todos los litorales del actual territorio mexicano.
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El significado simbólico que llegó a adquirir este matrerial en el arte azteca se relaciona con la femineidad, la fertilidad y el mundo acuático en general, de ahí la gran utilización de estos materiales con fines rituales.
Estudios recién presentados por el Insituto Nacional de Antropología e Historia (INAH) indican que en la Ofrenda de Tlaltecuhtli, hallada en el Templo Mayor de Tenochtitlan, se encontraron más de cien piezas orgánicas de moluscos (conchas y caracoles marinos) que provienen de litorales tanto del océano Pacífico como del Atlántico y el Mar Caribe.
Esto da cuenta del alcance cultural y que pudo tener la cultura mexica en muchas regiones del continente antes de la llegada de los españoles. Los expertos del INAH estiman que la ofrenda mencionada data del periodo en que Ahuizótl gobernó al pueblo mexica (entre 1486 y 1502
También utilizado en la época prehispánica como moneda de cambio y como instrumento musical, la figura del caracol marino se ha arraigado de manera profunda en la plástica mexicana, formando parte esencial de muchas de sus propuestas.
