¡Sonreí!, sonreí repetía y exclamaba la madre a su hijo de manera insistente cámara en mano. Se enojó reiteradamente con voz monótona y cansada como presagio de una catástrofe. Un momento vivido de manera incómoda para la señora X y su hijo Y que deseaba retratar a su hijo de manera hermosa con la puesta de sol y el mar por detrás. En Instagram una amiga de la señora X muestra con admiración y sana envidia a su marido la citada foto.

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“Qué hermoso está, mirá que lindo como sonríe, qué grande y qué bien se porta, son un sol esta familia”.

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Yo soy lo que soy
La canción remarca muy bien qué es eso y no debe dar excusas por eso. En esta ocasión quiero y voy a referirme exclusivamente al diseñador gráfico que trabaja solo, al que lidera su pequeño estudio emprendimiento o al que tiene una estructura por la que responder. Perdón al resto pero quiero hablar del que para mostrar esa hermosa sonrisa en un portafolio lucha demasiado para que así suceda.

Todos apreciamos lo que vemos en la foto, todos hablamos y juzgamos con nuestra opinión por esa instantánea que nunca nos cuenta cómo se llegó ahí.

Recomiendo leer para sumar al texto de textos que busque el artículo de Norberto Chaves “La voz de su amo”.

Para los que no lleguen a poder leerla les dejo una pequeña pincelada de cómo él describe la tarea del diseñador y es la siguiente:

“Se trata de interpretar un papel y volverlo verosímil. Así de sencillo. La distancia entre un diseñador gráfico propiamente dicho y un mero decorador gráfico es enorme. Y la mide el mayor o menor grado de transparencia de sus mensajes”.

Chaves es ese acomodador de cine que indudablemente necesitamos todos que por una u otra razón nos cuesta llegar al horario de inicio de la función. Es quién sabe decirnos bien entre tanta oscuridad cuál es nuestra butaca.

Todos los que trabajan en directa relación con el cliente, sin ese intermediario tienen la ventaja y desventaja de poder escuchar su voz, sus gestos, sus virtudes y defectos cara a cara. Ahora bien, hagámonos la pregunta incómoda.

¿Cuánto pagarías por un representante?
Don Drapper en un capítulo de la cuarta temporada de Mad Men echa de la reunión a los clientes de manera violenta, el pedido del cliente era sumamente perverso para el rol creativo y la sugerencia conciliatoria del director de cuentas pidiendo que repensara la situación y que hiciera tres o cuatro alternativas nuevas para que le aprobaran el trabajo me llamó a esta reflexión.

El soy lo que soy habla de libertad, el soy lo que me piden que sea ya cambia el plano. Yendo exclusivamente al acto de comunicar por cuenta y cargo de otro me quedo con las palabras de Chaves que me incitan a escuchar para hacer lo que tengo que hacer sin perder la idea del soy lo que soy.

Cuando él se refiere al cliente en el que si no hay sinceridad o verdad interna en su discurso, a mi entender, comenzarán a surgir los problemas, las reacciones sin dudas serán la de nuestro querido Don Drapper.

Volviendo a la instantánea inicial, hoy el diseñador perdió ese intermediario que sin dolor en sus fibras más íntimas le dice al cliente que no se preocupe que todos sus deseos serán cumplidos. Hoy el viaje se realiza sentado en el frente del vehículo y a alta velocidad. No hay mucho espacio intelectual para plantear en el cliente la pregunta de ¿por qué no tiene voz o coherencia?

El cliente no ajeno a los problemas de época ha perdido también su capacidad cultural, discursiva e interpretativa de quién realmente quiere ser.

Tendremos sin dudas, que aprender a construir y manejar de la mejor manera el sostén de una hermosa y convincente sonrisa al mundo. El universo todo y me incluyo no soporta ni soportaría que el show deje de rodar. Al menos creo que debemos hacer el esfuerzo por el futuro de nuestro diseño.