Fue una coincidencia. De esas casualidades o mejor dicho, causualidades. Faltaban algunos meses para que la sociedad viera quién es ella. Cerca de la hora del atardecer entra ella, quien pareciera estudiante de universidad.

Sin saberlo, tiene un gran conocimiento, pero mejor aún, un gran talento.

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La sencillez no se ve reflejada en sus obras pues cada obra cuenta con la emulación casi perfecta de una fotografía. A lo lejos tiene el lejos de ser un buen trabajo fotográfico. Con gran fuerza y poder visual.
El racionamiento de primer impacto tiene un sentido fuerte, pero a la vez noble. Todo empezó en una reunión con sus amigas. La inspiración llegó de la nada, así como cuando lees un libro cualquiera, cuando ves el volumen de una imagen 2D. El bit o sincronía de la música. Pero también llegó como una bofeteada provocando un ardor y dolor simultaneo. Sí. Quienes no han sentido algo así, es que jamás se han inspirado.
Ella se dijo: “¿Por qué no hacer esto? Una loca y random idea nació de una situación quizá soñada, pero muy bien percibida. Mucha tarea por hacer. Varios cuadros por terminar sin haber empezado. Varias ideas por matar, sin aún haber nacido.
La colección empezó a agarrar forma hasta que cautivaron los ojos de uno de los museos con mayor reconocimiento en la capital del estado grande, La Quinta Gameros. Sin saberlo toda ella había nacido para ese momento. Para que el resto de sus días fuera conocida como lo que es y porque lo es.
Ella es Morena Maltos, quien dedicara varios años de su vida en la carrera y graduándose de Ing. De Tecnología de Procesos. Desde los 7 años quería ser ingeniera diseñando invenciones con aplicaciones de perfeccionamiento NO científicos, pero si artísticos.
Desde un simple boceto con una pluma Bic se encaminó por el acrílico, encontrando su método favorito a través del óleo. ¿Qué más podría hacer? Con largo secado y el poder de manipulación, el oleo facilita ese realismo de sombras, líneas e imperfecciones perfectas, las cuales destacan una belleza, más no un defecto.
Pareciera que tiene 23 años de carrera. No nos confundamos. Ese número es desde que vio la luz de esta vida. Su pasión es sensibilizar cualquier olor, gusto, sentimiento, visión y sonido que pueda tener para llevar acabo sus obras con gran toque realista. Así lo determina ella pues no hace alteraciones de la imagen fotografiada o percibida. Los objetos y seres humanos son como son. Sus obras destacan cada belleza, cada cicatriz, cada peca y lunar; empoderando lo hermoso de aquello.
Miel y Veneno. El nombre de su colección. Cuando el veneno mata el defecto y la imperfección con sabor a miel.

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Karl Reich
Fui concebido en 1981, nacido a principios de 1982. Soy de una generación que al nacer no existía el internet, pero si Siempre en Domingo. No era bizarro pedir ‘aventón’ y eso que soy de Chihuahua. Me apasiona el arte de aprender y desaprender paradigmas y romperlas. Busco inspiración en lo sensible de la naturaleza y lo sorprendente de lograr lo imposible en posible. Soy fan de la flexibilidad de la adaptación en mi vocación y persona. Adoro el buscar un espacio y en cualquier oportunidad colocar sobre la espalda una mochila e irme para buscar esa inspiración.