Si algo hace realmente fascinante al Diseño Gráfico es su infinidad de posibilidades a la hora de dar una definición de su significado.

Un camino con un abanico de variedades para llegar al mismo lugar, una profesión en constante redefinición, que se escriben de manera cíclica y sostenida sus razones y objetivos.

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Estas líneas hoy las escribo con una mirada diferente a la habitual dado que me encuentro por estos días participando del Congreso Latinoamericano de Enseñanza del Diseño y del Encuentro Latinoamericano de Diseño organizados por la Universidad de Palermo en mi ciudad, Buenos Aires.

Una interesante oportunidad para compartir diferentes miradas y problemáticas de nuestra actividad de forma colectiva y global.
Al evento concurren representantes de los diferentes países de la región y se suman también participantes de Portugal y España.
Este riquísimo espacio contempla además un Plenario del Foro de Escuelas de Diseño donde las temáticas y preocupaciones acerca de la sustentabilidad educativa, la inserción laboral y realidad micro y macro de la profesión agitan las palabras en busca de respuestas que solamente nuestra acción y dedicación llegarán con el tiempo.

Los problemas son globales como así también las oportunidades y todos los que por estos días estamos inmersos en este espacio, asumimos y entendemos el hoy con ocupación más que con preocupación.

Sabemos de las problemáticas por las que atraviesa laboralmente todo profesional del diseño, pero eso nos hace saber que, debemos doblegar la acción. En alguna oportunidad expresé en esta columna preocupaciones sobre la relación que tenemos con el mercado, de lo complejo que se nos hace trabajar y del salto de madurez que los tiempos nos están solicitando para dejar de vivir la pena para hablar de lo que realmente debemos hablar que es de diseño.
También dejé en claro que debemos estar esperanzados porque los estados nos reconocen y saben que nuestro accionar mejora la relación productiva de las empresas.

Si hablara en tiempos militares diría que las guerras que se ganan siempre llevan tiempo y que seguramente habrá que perder muchas batallas, pero, prefiero quedarme con el mismo concepto pero con un ejemplo mucho más romántico y bello de la mano de Gustavo Cerati cuando nos dice que tarda en llegar y al final, al final siempre hay recompensa.

Seguramente el mañana nos encuentre diseñadores si en el hoy nos negamos a morir como tales y para eso debemos insistir, trabajar mucho y duro, y por sobre todo seguir sembrando lo que nunca debimos dejar de cosechar que no son ni más ni menos los valores que el oficio nos entregaba.
Entiendo, apoyo y estoy convencido que el mundo cambió pero lo que no debemos aceptar es morir de manera profesional porque nosotros no hayamos tenido la capacidad de escucharnos, de aportar nuestro pequeño e ínfimo compromiso por mantener la llama viva.

Celebro y celebremos que éste, como otros tantos espacios, existen para que aportemos nuestra voz que no es más que la palabra en acción colectiva de una región en busca de su identidad y respeto.

Espero poder ser la expresión de los sin voz y dedicar estas líneas a todos los que de alguna forma están comprometidos con el diseño.
¡Salud!