Plagio: copiar en lo sustancial obras ajenas, dándolas como propias. Ese es el significado que da la real academia a este término tan común entre el ámbito del arte y diseño.

No hace mucho, un amigo se topó por Facebook un cartel que había ganado para representar un concierto de rock and roll y me llamó para que lo viera y que le diera mi opinión. De pronto, me mostró qué partes de esa “obra” eran, literalmente, partes de unas ilustraciones de otro diseñador. De verdad, el autor cortó parte de la ilustración y la montó como una porción del propio cartel.

En el momento en que mi amigo me muestra esto y me pregunta mi opinión, sin dudarlo le dije que era un plagio: utilizó una parte de la obra de otro diseñador sin poner fuentes. Pero esperen, eso no fue lo peor, lo realmente horrible y qué me hizo reflexionar fue que en los comentarios, la mayoría del gremio decía que no era plagio porque no había utilizado toda la obra y que la parte que había ocupado era mínima, que los que opinaban y decían que era plagio éramos unos exagerados.

Otra cosa que pensé en ese momento fue por qué el jurado la había elegido como ganadora, no puede ser posible que no se dieran cuenta. Sí así fue, la verdad es que me quedo sin palabras, están normalizando este acto y dejando a los autores originales a la deriva.

Entiendo completamente que en estos tiempos no se puede crear el hilo negro, la mayoría de las obras tienen una inspiración o retoman creaciones de tiempos atrás, cómo olvidar comparaciones como las de Harry Potter vs La bruja desastrosa o el logotipo de los Juegos Olímpicos en Tokio, pero una cosa es retomar y la otra es copiar, ya sea tomando parcialmente la obra y haciéndole pequeños cambios como solo modificar la posición o los colores.

Creo firmemente que esto tiene que ver con el autor y su conciencia. Para buena o mala fortuna, el mundo está globalizado, la comunicación hoy en día es muy veloz, todos estamos conectados, las noticias vuelan y las “malas” dan vuelta más rápido. Piénsalo: echar a perder tu nombre por un plagio no es la mejor idea. Sí, hay veces en que la inspiración está corta y no se viene nada a nuestra mente, es ahí cuando hojeas en internet y en libros para ayudarte a tener una pizca de creatividad.

Lo que me ha pasado a mí es chistoso y no creo que sea a la única: resulta que estás en negro y ves algo que te agrada, comienzas a trabajar y el primer boceto es 90 por ciento igual a lo que te gustó y es más que notorio que es una copia, pero sigues trabajando en él y empiezas aumentarle figuras, quitarle líneas, cambiar colores, y de pronto dices “¿y si mejor lo hago circular?” para finalmente, y después de varios, pero varios bocetos, nos topamos con algo original que tuvo como origen alguna imagen o algún diseño en particular.

Por algo estamos trabajando en la parte creativa del mundo, nos encanta estar viendo cosas, buscando diseños de aquí y de allá, queremos hacernos un nombre en el mundo creativo, por ello tenemos que ser sinceros, al final del día el plagio saldrá a la luz y vas a quedar mal, vas a decepcionar a la gente, pero lo más importante, vas a decepcionarte a ti mismo, tal vez cuando realizaste el plagio se te hizo fácil, “¿por qué no, quién se va a dar cuenta?”, pero cuando el mundo te conoce por un trabajo que fue plagiado es triste, además de perder un montón de oportunidades.

Crearse un nombre en el medio es difícil y lleva tiempo, pero no es imposible. Ya saben muchachos: empápense con millones de referencias, busquen, revisen y siempre sean originales, siempre impriman su sello personal y hagan que cuando los vean su trabajo no digan no cosas como “se parece mucho a lo de X diseñador”, sino que, por el contrario, digan su nombre.