De izquierda a derecha y de derecha a izquierda. De cualquier nivel socio-económico. Hombres de pelo largo. Mujeres de pelo corto. Con sus cigarrillos. Tortas del puesto de a un lado. Botellas o termos de agua. Algunas y algunos pasan sin prisa alguna. Disfrutando el caminar por una de las avenidas más hermosas e importantes del país. Sus celulares de manera horizontal (mandando mensajes) o verticalmente (haciendo llamadas).

Quejumbrosos se encuentran, alegres uno que otro. Algunos le echan ganas en su outfit y otros no. Lindas mujeres con sus faldas y hombres con sus trajes de sastre con zapatos cafés. Los popotes sumergidos en sus ‘chescos’ o aguas de litro de chia u horchata.

Las cenizas penetran el ventanal donde me encuentro. No fumo pues me fijo mucho en eso. Horario godín para salir a comer o salir y regresar a la oficina este lunes. Desde mochilas o bolsas mojan sus cuerpos por el sudor de tanto caminar. Al igual que los manubrios hacen la misma tarea con las manos de los ciclistas.

Los hombros chocan con hombros. La señora con el acordeón que ensordece el ambiente auditivo. Los claxons llevan el beat de una música grotesca. Se supone que es sanción para aquella persona que los haga sonar. No parece importar.

La prisa es el objetivo. Por lo tanto todo lo que rodea esta movilidad no importa. La gente camina pensando: “tengo que llegar, no sé para que, pero tengo que llegar.” Sus miradas hacia el frente esconde lo que hay a su alrededor. Al menos que alguien les hable, pero nadie habla.

No se dicen buenas tardes, no se saludan. Uno ya no le dice al otro: “brother, sorry, pero tiene un cilantro en los dientes” Con esto resumo todo. Nada sonrío. Si. Llevo dos horas aquí sentado y no he visto lo que me gustaría ver.

Lo importante es lo que pasa en lo individual y no en lo colectivo. Por eso ellos hacen lo quieran con esta sociedad. Alrededor hay historia e historietas que contar. Una ciclo vía es lo más acertado que se ha hecho. Aún así no es respetada. Falta arte. Falta cultura. Falta estética visual. Todo parece importar un carajo. Claro es normal cuando todos los días recorres lo mismo. Pero no se dan cuenta de sus alrededores.

Me he sentido torpe cuando me preguntan por un lugar y digo “no sé, permíteme” Acudo a uno de los hermanos de Google, Google Maps y el lugar se encuentra enfrente de mis narices. Ya no tenemos fijación, la monotonía se vuelve absurda y aburrida. ¿Dónde están los impactos? ¿Dónde está la estética?

Nos merecemos más proyectos culturales y artísticos dentro de nuestra movilidad cotidiana. Si bien la movilidad es la calidad de movimiento sea como sea que te muevas. En el momento que hay un obstáculo, esa calidad de movimiento estuvo mal diseñado y se hizo porque el concesionario quiso.

He tropezado con hoyos y banquetas levantadas. Pero en mi movimiento, nunca he tropezado con arte. Con una escultura que hizo el fresa de Polanco o el valedor de Santa María La Ribera. En vez de que me caiga saliva del morrito. Nunca me ha caído confeti. En los cruceros los mazapanes son los reyes. Pero no la historia de la calle o avenida. Mentadas y silbatos aumenta los decibeles del sonido habitual, pero no la poesía ni la orquesta sinfónica. Estatuas rayadas emulan lo que puede ser un mural escalofriante con orgasmo visual.

¿Dónde está el arte? ¿Dónde están los topes y baches con litografías o dibujos creativos? ¿Dónde está la sociedad?