Sin importar lo que hallemos por los pasillos de un supermercado, todo lo que encontremos a nuestro paso transmite una idea, aunque es imposible para nuestro cerebro dárselo a cada elemento a nuestro alrededor, más aún si se trata de marcas. Pareciera (de un vistazo) que todo gira en función de los colores y figuritas impresas en los anaqueles o en los empaques. Sin embargo, la inspiración cuenta; las marcas necesitan gente que sume vida, que las alimente y la conviertan en “entes” para que fluyan por las venas de los consumidores. Qué mejor que las nuevas marcas que se lancen al mercado estén basadas en ideas poderosas con la capacidad de invadir los pensamientos, y así aportar valor al “carrito mental”  de los consumidores.

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Algunos productos han florecido por sorpresa y una serie de factores que simplemente “suceden por accidente” y no es desacreditarlos, al final, aquellos emprendedores que comienzan un negocio no tienen por seguro su éxito en el mercado (Malcolm Gladwell tiene un libro increible sobre los “fuera de serie”, muy recomedable). Son estos emprendedores quienes comienzan con una idea, a la cual posteriormente adecuan un cuidado y sembrado de estrategias de mercadeo con las cuales se pretende crear circulación del producto y la marca en el mercado.

¡Cuántas cosas abarca una marca! Pareciera (de un vistazo) que todo gira en función de unos colores y figuritas impresas en papel… que lejos está una marca eso. Justo hace una semana tuve el placer de leer y empaparme de un extenso manual de marca, el cual me hizo percibir la esencia de esa compañía, su core principal y aquello que realmente entusiasmaba al pensar la marca, el empaparse de la información con un material que transmite su importancia es parte crítica para la marca, posiblemente sea un camino que colabore para su “relevancia” ante los ojos del consumidor.

Realmente la inspiración cuenta en las empresas, las marcas necesitan gente que sume vida, que las alimente y la conviertan en “entes” para que fluyan de manera sublime por las venas de los consumidores.

Las marcas abarcan muchos terrenos, y con el paso del tiempo su nececidad ha evolucionado en el mercado, puede ser que (sin querer parecer un historiador) en un principio se hicieran “marcas” con el objetivo de “diferenciar” algunas cerámicas de una ciudad y evitar falsificaciones de otros pueblos, y eso (posiblemente) no iba mas allá, ya que las sociedades no tenían una cultura del consumo tan evolucionada como la nuestra, en comparación con las sociedades modernas donde las marcas tienen un peso vital en la vida de las personas, ya que ante gran oferta de productos y marcas, la necesidad de ser “comprendido” por los consumidores es una vertiente fundamental para tener un canal efectivo de interacción.

Tal vez sea la calidad de la “interacción” un factor que haga la diferencia al estar en un mercado. A veces parece que las marcas tienen un sitio en el corazón y en la mente de los consumidores, algo así como las personas, sus seres queridos, su familia, sus amigos y desconocidos… sería una suerte para las marcas tener un lugar en el meollo emocional de los consumidores, uno que se construya a través de la conversación clara y relevante de la marca, que su discurso sea muy ameno y adecuado para mi “como consumidor”. Que me sea “tan agradable cómo el ver a mi familia”, que “me aporte mucho” y ¿por qué no? ¡Que yo quiera aportar algo para la marca! (un fenómeno que se puede percibir en las marcas multinivel), y que sea tan agradable y emocionante el acercarme a ella como “el estar con la persona que más agusto y feliz me hace sentir”.

Muchos son los agentes que intervienen en el branding de una marca, y su gente sin lugar a dudas debe ser un elemento que mueva las raíces de la misma, que la cuide y alimente continuamente. Los consumidores somos seres humanos, por lo tanto posiblemente compartirmos comportamientos en común, como por ejemplo el acto de confiar y creer en alguien siempre requiere un toque de “convicción percibida” en lo que dice y hace nuestro interlocutor, para facilitar un lazo de confianza. Posiblemente sea algo así con las marcas; siento que no importa cuánta cantidad de medios y touch points se tiendan frente al consumidor, siempre que deseemos edificar una “conexión” profunda con el mercado, vamos a requerir contruir una idea clara y relevante, que ante todo: “los encargados de esparcirla tengan plena convicción en esa idea”.

Son las ideas las que mueven al mundo, por lo tanto a las mentes, qué mejor que marcas basadas en ideas poderosas con la capacidad de invadir los pensamientos del mercado sean las enviadas al mercado, y así aportar al “carrito mental” algo de valor de los consumidores, alimentar sus días con la seguridad de convivir con marcas y productos portadores de sentido y valor para sus vidas.

El cerebro humano tiene la característica de buscar patrones; una relación en la data que ingresa a través de los sentidos, y con ello proyectar constructos mentales que tengan sentido para el mismo, y es a través del branding que se van formando esos patrones con sentido; brandear la infinidad de experiencias que una marca ofrece es una forma de fortalecer las conexiones neuronales de una marca en el cerebro del consumidor.

En el siguiente video, Eduardo Punset entrevista al reconocido fisiólogo Ranulfo Romo, donde se puede ampliar un poco sobre marketing y las implicaciones de la actividad cerebral en el consumidor, quien debe eligir entre una marca y otra en toda la gama de opciones que se le presenta.

Quizá las marcas sean portadoras de valor y sentido de una forma en que los consumidores no alcanzan a percibir, pero si de experienciar, y ahí su trascedencia de lograr “instantes” de valor, y “conexión” con el consumidor que lleven la interacción a un nivel más comprensible y grato entre los clientes y las marcas, y así fortalecer los lazos que conectan esos colores y tags que son únicamente el “lado” visible de las marcas, para acceder a contrucciones amplias y llenas de sentido en la vida del consumidor.