De vez en cuando a los fotógrafos les viene una especie de fiebre por trasladar la mayoría de sus imágenes al monocromo -sobre todo en sus años de inicio y de experimentación- y no siempre esta alternativa ayuda a la imagen.

Pareciera que se busca el blanco y negro en la búsqueda de darle a las imágenes cierto toque de arte, pero nada puede estar tan lejano de la realidad. En todo caso, el monocromo se utiliza cuando los elementos visuales disponibles de la imagen lo propician.

Vamos a ver cuándo sí es conveniente virar al blanco y negro

Texturas
Las texturas se pueden apreciar con mayor facilidad si se promueven tanto contraste como claroscuros. las texturas de la madera o la conformación de la piel, por ejemplo, se pueden encuadrar a detalle y fácilmente se pueden trasladar al monocromo.

Nubes y otros detalles a cuadro
Si haces paisaje, por ejemplo, el blanco y negro vienen bien cuando te encuentras con un cielo nuboso que te permita apreciar detalles y formas; si el cielo es despejado, en cambio, tu fotografía puede tornarse aburrida. En el caso de arquitectura, por ejemplo, los detalles, relieves y claroscuros pueden convertirse en un buen objeto para encuadrar.

Retratos
Si se ilumina correctamente y se logran definir los constantes de la piel -y siempre que ese sea el objetivo- se pueden lograr fotografías muy interesantes. Pensemos, por ejemplo, en retratos de bebés o ancianos, los cueles suelen ser muy inspiradores y llamativos gracias a su belleza. Estos mismo pliegues se pueden llegar a ver en rostros risueños o marcados por algún tipo de aflicción.

Como puedes apreciar, la fotografía en monocromo puede ser ideal para transmitir emociones y denotar los contrastes, los tres casos que expusimos anteriormente te pueden ayudar a comprenderlos mejor.