Cuando entré a la clase de arte por primera vez, la maestra nos advirtió que a partir de ese momento no veríamos al mundo del arte de la misma forma. Creo que tenía razón. Entender verdaderamente a mirar y admirar las obras de arte en los museos hoy, a diferencia de mis días de escuela significa una oportunidad de darle recreo a la mente.

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Como la gran mayoría de mi generación crecí viendo el arte moderno entre comentarios como «¿Este cuadro es arte? Yo pude haberlo hecho» o «mi sobrino de 5 años podría dibujarlo mejor», especialmente cuando era comparado con obras maestras del siglo XIX hacia atrás, como Da Vinci, Miguel Ángel o Rafael. Eso provocó que el arte del siglo XX resultara un poco incomprensible para mí. No entendía muy bien cuál era el objeto de Warhol de pintar varias veces a Marilyn Monroe en diferentes colores o de Picasso al plasmar el cubismo deformando la realidad, hasta que una maestra me dijo que el arte simplemente debía verse y disfrutarse.

Ella decía que los cuadros debían estar a la altura de los ojos para apreciarse fácilmente, bien iluminados y que si querías hacerte de uno, lo único que debías hacer es comprar algo que te gustara ver. «Lo tendrás en la sala o en la entrada de tu casa, lo vas a estar viendo todo el tiempo, así que es mejor que te encante».

Fue, de alguna forma, como aprender a apreciar el arte con nuevos ojos, sin mayor pretensión que definir si me gusta o no. A final de cuentas un artista trata de plasmar un sentimiento, una escena o situación sin la intención de que todos sintamos o interpretemos lo mismo. Gracias a ello encontré un gusto muy grande por los cuadros de Picasso, de Paul Klee, de Tamayo y por las esculturas de Giacometti o Sebastián. Solo me debían gustar, sin mayor miramiento.

Después, con el tiempo, aprendí a ver más allá y a adentrarme en sus obras, especialmente pensando en cuatro consejos que da Minus en su minilibro Si yo fuera artista (J’aurais voulu être un artiste, Minus Éditions, Francia, 2013).

1 Primera impresión

Cuando estés frente a una obra de arte, piensa qué te hace sentir. Esa primera impresión cuenta mucho: si te gusta mucho, poco o nada.

2 Imagina

Piensa en la historia de la pintura. Cuál habrá sido el entorno o qué sucede antes o después de haber sido creada.

3 Escucha

Sí, aunque parezca un poco ridículo hay que aprender a escuchar la obra, las conversaciones, los sonidos que produce.

4 Mira de cerca

Trata de acercarte lo más posible a la obra, de ver cómo está pintada, el ritmo de los trazos y los materiales.

Y finalmente, añadiría un quinto punto:

5 Pierde el miedo

Las obras de arte no pueden verse a través de una cortina que impone el respeto, aunque haya sido o sea un artista muy connotado, el exhibir sus sentimientos e interpretaciones te pone en una situación de iguales. Lo está haciendo para ti.

Design Lifer
Diseñador gráfico con maestría en diseño editorial por la Universidad Anáhuac y con cursos de Publishing en Stanford. Actualmente dirige MBA Estudio de Diseño, dedicado al diseño editorial, identidad y publicitario, además de realizar scounting y contratación de talento de diseño para diferentes empresas. Es profesor en la Universidad Anáhuac y la UVM. Le gusta la caligrafía, tipografía, la música y la tecnología.