Ser de una generación bisagra entre el tablero y el ordenador me lleva muchas veces a reflexionar sobre lo que hago a diario en el proceso de realización. Siempre pienso que el lápiz une mi tarea diaria de diseñador con la de otras generaciones pasadas y debo reconocer que eso me hace feliz, por lo que en estas líneas apelo a que las nuevas lo puedan descubrir.

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San Martín decía: “Hace más ruido un solo hombre gritando que cien mil que están callados” y esto es algo que me identifica ya que vengo gritando hace tiempo que mañana, a la vuelta del día, vamos a volver a diseñar en plano.
Seguro será muy distinto a lo que hice allá por fines de los ochenta, pero seguro y muy seguro que con la misma vibración y gracia que nuestra mano siente y produce una curva en el papel con un HB.
Lo primero que me enseñaron al entrar en mi training en una agencia de publicidad fue cómo dibujar una letra. El Gallego, director de arte y gurú del oficio que el destino me regaló me dijo: “Pibe, agarra un block mediano y dibuja dos paralelas, bueno ahora mira y haces así” ¡¡¡Guau!!! Había ahí una “a” minúscula en Helvética Regular, no lo podía creer y es el día de hoy que sigo fascinado. Sí, digo fascinado porque vuelvo recurrentemente a dibujarla como el primer día que me salió igualita que la del catálogo de Letraset.
Qué momento. Mi mano y mi ojo se unían en mí y generaban, bailaban con elegancia y producían sinergias impresionantes. Hay que aclarar que el recorrido gráfico de ese tiempo era de mucha paciencia y dedicación al aprendizaje, todo se construía, todo se dibujaba, todo se vivía.

Sin darme cuenta escribo -se vivía- y lo confronto con esto que se esgrime hoy de -vivir la experiencia- ¡Ya sé! Por tu cabeza debe aparecer la misma sensación cuando lees este tipo de notas, otro dinosaurio nostálgico abrumado por el avance de las nuevas generaciones que me viene a hablar de la pasión que vivían.
Digamos que un componente de esto puede ser cierto en lo expuesto, pero, principalmente mi idea apunta a reflexionar. Repito que ser de una generación bisagra me faculta a no entrar en ese reclamo tonto, la perspectiva me otorga un punto de fuga que espero sepan entender.

Voy a usarme en primera persona de ejemplo. Mi padre es artista plástico, yo soy diseñador gráfico y mi hijo estudia arquitectura. Tres generaciones, tres mundos librándose en simultáneo con armas distintas al momento de expresarse. En los tres parece estar el desafío del uso del lápiz como punto rector del proceso creativo. Somos la experiencia, la construimos cada uno con sus criterios y visiones pero unidos en la misma mesa.
Las realizaciones manuales producen un reconocimiento espacial muy importante en nuestro cerebro, se tiene noción del límite de forma cabal, la proporción y la proyección toman dimensión a la hora de imaginar, se adquiere la seguridad de no errar, se puede discriminar entre lo necesario e innecesario. Hay control, hay comunicación, seguro hay diálogo y un lápiz es el mejor punto de partida junto a una hoja de papel para lograr esto.

Consejo o, cómo se dice ahora, Tip

Si tu trabajo se inicia en un ordenador, haz la prueba, te encantará, cómprate un lápiz de madera, uno de calidad estándar. Aclaro para el que no lo sabe: los lápices se clasifican por su transferencia de grafito al papel entre los tipos duros (H) y blandos (B) y el HB es el más usado por su trazo medio. Al principio siempre es frustrante pero dale tiempo y, de ser necesario mucho, espera a que el ojo, la mano, la espalda, el brazo y tu cerebro hablen, que aprendan a dialogar, que solos dejen salir su prosa.
Otro elemento importante es un block de hojas, donde jugar con la mano. Haz líneas, curvas, mira algún objeto e intenta dibujarlo, y si estás más decidido agrégale sombras.

MUY IMPORTANTE: nunca hablé de comprar, usar y tener una goma de borrar. Todo queda en el papel. Todo es proceso. Todo es producción y análisis puesto que si el error no está, sobre qué vamos a comparar.

No creo ser un futurólogo pero si estoy muy seguro que tu moderno ordenador ya es obsoleto y en breve volverás a dibujar electrónicamente pero como antes, con la mano.
Tengo muy claro que tanto mi padre, mi hijo y yo plasmaremos nuestras ideas con diferentes técnicas y herramientas pero al momento de mirarnos a los ojos sabemos que algo nos une y cada uno para explicarle al otro la idea que tiene le dirá “préstame un lápiz”.