Cuando el entrevistador de dice: «Nosotros te llamamos» se acciona el reloj que marca uno de los momentos más tensos del proceso de contratación. A partir de ese momento te conviertes en guardián de tu teléfono esperando que suene con la buena noticia. Pero cada minuto que pasa estas ilusiones van disminuyendo, y aunque sabes que la mayoría de la gente te promete que te llamará no importando cuál sea el resultado, la verdad es que es solo un mínimo porcentaje de quienes se toman la molestia de hacerlo vía telefónica o por correo.

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Existen algunas razones de por qué eso no sucede, y no siempre tienen que ver contigo, a continuación te presento algunas de las razones por las cuales podrías no recibir nunca esa llamada definitoria y qué podrías hacer al respecto:

1 Quien te entrevistó no tiene la última palabra

Los procesos de contratación no siempre incluyen a una sola persona, son varias quienes están involucradas en el proceso y a veces quien hace la primera entrevista nunca sabe quién fue el elegido final. Primero se hace una ronda para seleccionar la curricula y se elabora una lista de posibles candidatos. Posteriormente una segunda persona hace la primera ronda de entrevistas y escoge a los mejores. En la mayoría de los casos hay una tercera persona y a veces hasta dos más en la fila de entrevistas. A esta última instancia llegan tan solo 3 o 5 candidatos, pero en caso de que ninguno cumpla con las expectativas, seguramente se regresarán unos pasos atrás, por ello no es posible avisarles a las personas que fueron descartadas en el momento en que sucede, puesto que no siempre es la última palabra.

¿Qué hacer en estos casos?
Asegúrate de preguntarle a tu entrevistador cuál es el proceso de contratación. Toma en cuenta que en las empresas grandes puede llevarse mucho tiempo, a veces hasta meses. De esta forma tendrás una visión clara de cómo suceden los procesos en cada caso.

2 No le diste seguimiento

Son contados quienes después de una entrevista envían un correo o hacen una llamada agradeciendo el tiempo y solicitando informes sobre el proceso. Casi siempre una llamada o un correo obliga al entrevistador a fijarse en ti. Este seguimiento puede jugar en tu favor en caso de que estés en la línea en que te llamen y no, además, muestra tu interés por la posición. Muchas veces no quedas descartado de tajo, a veces entras en una especie de limbo en la que te puedes quedar eternamente.

¿Qué hacer en estos casos?
Después de la entrevista, espera unos días, dependiendo de los tiempos que te haya dado el entrevistador, para hacer esa llamada o enviar un correo electrónico. Es muy útil que puedas resaltar algún punto importante que te haya llamado la atención en la entrevista como, «creo que puedo aportar mucho al área de la empresa» o «sus objetivos y expectativas empatan muy bien con los míos». Cuídate de no convertirte en stalker, una sola comunicación es suficiente.

3 Cambian los perfiles de las vacantes

Especialmente en las empresas grandes, cuando hay que sustituir un puesto vacante, se aprovecha este espacio para hacer reestructuraciones en el área las cuales podrían cambiar el perfil de la vacante. Como paralelamente ya inició el proceso de entrevistas, podría ser que tu perfil sea diferente. A veces estos cambios no son tan drásticos, pero sí implican volver a comenzar el proceso.

¿Qué hacer en estos casos?
Si envías tu carta o haces una llamada de seguimiento, hazle ver a tu entrevistador que eres flexible, y que tu intención de entrar a la empresa implica también tu disposición para aprender nuevas tareas y enfrentar nuevos retos. Este proceso de seguimiento podría ser un alivio para el responsable de la contratación, ya que quizá puedas seguir siendo considerado para la nueva vacante, en vez de tener que llamar a nuevas personas.

4 No creaste el impacto adecuado

Algo de lo que nunca se habla en los procesos de entrevista tiene que ver con la intuición del entrevistador para que continúes en el proceso. Es muy difícil de explicar y no tiene una lógica tan delimitada. La experiencia de los entrevistadores se va nutriendo y se fijan en ciertas señales que lanzas cuando te entrevistas. No es necesario ser psicólogo para darse cuenta de ellas, pero entre las más comunes está la negatividad que mucha gente expresa cuando la entrevistan: todo lo que dicen es negativo, al hablar sobre trabajos anteriores se enfocan en por qué fueron injustos al despedirte, hablan mal de sus jefes o dicen las cosas que las faltan en vez de sus fortalezas. Frases como «Sé usar Illustrator pero aún no conozco todas las herramientas», «me llevaba muy bien con mi jefe pero lo cambiaron y entonces tuve éste y éste y éste problema y por eso me cortó» son muy frecuentes.

¿Qué hacer en estos casos?
Enfócate en ser positivo. Habla más de tus habilidades, de las cosas que aprendiste en tu trabajo anterior o de lo bien que te llevaste con los de tu oficina. La negatividad puede ser algo que traes y quizá no te has dado cuenta, especialmente si ya llevas tiempo buscando. Haz consciente todas las veces que dices que no en tu vida cotidiana, eso podría darte un norte con respecto a ello.

5 Porque no proyectas actitud

Este es quizá el motivo principal del por qué no recibes una segunda llamada. Muy ligado al punto número 4, una actitud positiva se refleja en todo lo que haces, la forma en que te comportas y la comunicación que estableces con el entrevistador. Un simple comentario como «no sé cómo consiguieron mi curriculum» o aplicar para una vacante de 100 pesos cuando realmente buscas ganar 150 te va restando puntos. Igual aplica a no saber contestar o el titubeo ante preguntas muy fáciles como cuánto ganabas en tu empleo anterior.

¿Qué hacer en estos casos?
Muchas veces, cuando te preguntan el nombre de alguien a quien admires, si la respuesta es: «no tengo un modelo a seguir porque prefiero ser mi propio mentor» suenan muy engreídas cuando puedes contestar «no tengo uno, pero me encanta el trabajo de Juan Pérez y María Gómez». Ensaya las respuestas a preguntas comunes e investiga la empresa en la que estás aplicando, eso muestra compromiso y humildad.

Design Lifer
Diseñador gráfico con maestría en diseño editorial por la Universidad Anáhuac y con cursos de Publishing en Stanford. Actualmente dirige MBA Estudio de Diseño, dedicado al diseño editorial, identidad y publicitario, además de realizar scounting y contratación de talento de diseño para diferentes empresas. Es profesor en la Universidad Anáhuac y la UVM. Le gusta la caligrafía, tipografía, la música y la tecnología.