Que los adultos somos responsables de todo lo que nos pasa en el presente es absolutamente real. Luis Alberto Spinetta con buen tino nos invita a una profunda e interesante reflexión que desde la sutileza de su genial poesía nos enfrenta a eso que nos atañe como padres o adultos guías, a todo lo que desde la palabra cotidiana forma y deforma.

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colorido
Todos de pie

Cuida bien al niño, cuida bien su mente, dale sol de enero, dale un vientre blanco, dale tibia leche de tu cuerpo.

Todas las hojas son del viento, ya que él las mueve hasta en la muerte; todas las hojas son del viento, menos la luz del sol.

Hoy, que un hijo hiciste, cambia ya tu mente, cuídalo de drogas, nunca lo reprimas, dale el aura misma de tu sexo.

Todas las hojas son del viento, ya que él las mueve hasta en la muerte; todas las hojas son del viento, menos la luz del sol…

Sí, nos robaron los colores
Y por qué todo este preámbulo, la verdad es que en mi país la politiquería ha hecho cosas terribles y creo que la peor de todas es la fragmentación intelectual producida en la gente y para ejemplo solo con los colores me alcanza.

Una niña le muestra a su madre una cartulina dibujada y comparte con ella la idea de fondearla con algún color. Su madre sin mediar reflexión del daño que harán sus palabras le indica que menos amarillo use cualquier color. Te preguntarás por qué el amarillo no, en mi país desde hace un tiempo los colores tienen nombre y apellido y justamente no puesto por la empresa pantone. El color en cuestión representa a la oposición política de sus ideales y de ahí que todo lo que sea perteneciente a ese color es mala palabra.

¡Sí! en mi país los colores tienen nombre y apellido, AmarilloMacri, NaranjaScioli, VerdeK y así podría seguir la lista en un sindicato o agrupación estudiantil que lejos de identificarlos visualmente ahora despiertan y encienden pasiones ideológicas disparatadas por todos lados.

Principalmente han llamado a la irracionalidad y han traído la vulgar idea de no entender que los colores simplemente son para otra cosa.

No es nada extraño que en una reunión corporativa donde se discute la propuesta presentada puede convertirse en un campo de batalla de lo más desopilante cuando se remarca que el fondo del site no puede de ninguna manera ser naranja sin mediar o reparar instante alguno en que el mencionado color forma parte de la normativa de marca de la empresa.

Me atrevo a pensar que si ponemos los girasoles de Van Gogh ilustrando un artículo alguien lo va a poner en tela de juicio y aconsejar muy suelto de cuerpo el cambio de color con ese famoso programa, el photoshop para no tener problemas políticos. “Es sumamente entendible y razonable” acota el obsecuente de turno, esta empresa está por cerrar una importante contratación con la gobernación del partido político opositor que justamente no usa el amarillo y si llegan a observar esto vamos a tener que dar explicaciones innecesarias.

¿Explicaciones?, explicaciones son las que nuestro maltratado e insultado Van Gogh debería pedir. Estamos ofendiendo a la naturaleza, estamos llevando la estupidez a la mesa cotidiana de nuestra vida. Pero por Dios! Que hemos hecho, inducir a un niño a no usar un color porque… y todo un rosario de cuestiones que una cabecita noble no debe ni debería escuchar.

¿Y cómo salimos de esto?
La verdad no tengo muy claro el cómo, llevo esta lucha a donde puedo y propongo mi palabra de reflexión sin mucho éxito pero la llevo. También en mi cruzada he decidido traerla también a las líneas de este espacio porque nos es de absoluta responsabilidad a los diseñadores levantar la voz de la cordura ante un caso posible de irracionalidad ya que nosotros ponemos significados y razones a los colores usados. Nosotros debemos explicar que esto de cargar de significados a un color es válido siempre y cuando no exceda su lugar y finalidad.

Así como la pasión es roja, el verde es esperanza o el amarillo es limón no debemos olvidar que todos los colores conviven juntos en la rueda de la fortuna para hacer de la vida un juego que alimente tu ilusión de niño adulto.

Yo tengo pasión futbolera por el rojo y blanco de mi amado River Plate pero nunca dejaría de creer que el mar se debe pintar en azul y el sol en un hermoso amarillo oro como el los colores del famoso Boca Juniors porque iría contra esa idea democrática del imaginarnos libres en el hacer.

Luis lo dice muy bien cuando canta que todas las hojas son del viento, menos la luz del sol. Porque es sabido que si hay luz el dueño absoluto de eso es Dios y a él le pertenecen todos los colores que de vez en vez nos los regala en forma de un gran arco iris.