Un tapiz de Anni Albers, la artista y maestra de la escuela alemana Bauhaus, fue hallado en el Hotel Camino Real de Polanco en la Ciudad de México, esta obra textil estaba extraviada desde hace 30 años y está fechada en el año 1968. Fue encontrada en el sótano del inmueble en 2018, cuando los editores Carla Zarebska y Humberto Tachiquín recopilaban documentos para realizar un libro por los 50 años de la posada.

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En realidad resultó que nunca estuvo perdido, sólo se olvidó el rastro de su ubicación a finales de los ochenta, puesto que lo guardaron en la bodega sin un registro adecuado, por lo que se creyó extraviado, pero nunca fue sustraído del lugar para el que fue diseñado.

En entrevista para el periódico “El País”, Zarebska expresó: “sabíamos que Anni Albers había diseñado un encargo y le fuimos preguntando a todo el mundo sin suerte. El responsable de la bodega donde almacenan muebles viejos tampoco sabía nada hasta que le enseñamos una foto con el celular. Entonces reconoció lo que para él no era más que un tapete antiguo. Lo extendimos y casi nos desmayamos”.

El tapiz tiene el mismo nombre que el hotel, mide casi tres por tres metros y fue encargado por los profesionales Luis Barragán, Mathias Goeritz y Ricardo Legorreta, el arquitecto del hotel Camino Real, quienes viajaron en 1967 hasta el Black Mountain College en California, donde se encontraba Albers refugiada de los Nazis junto con su esposo, para proponerle el encargo.

La obra se encontraba enrollada como una alfombra y apretujada en el fondo de una estantería, durante 30 años acumuló polvo, humedades, hongos, manchas de pintura, y algún agujero, todo debido al descuido y descoordinación de los archivos durante las ventas de la propiedad del hotel.

Para restaurarlo se requirió de un trabajo de cuatro meses, y de acuerdo a Renato Camarillo, restaurador  del taller de textiles Cencropam (adscrito a la secretaría de Cultura mexicana) “se colocó un bastidor de madera de cedro contra el ataque de los insectos, se llevó a cabo un proceso de microaspirado entre el tejido. Después se lavó con gasolina blanca, se rehízo el 5% de fieltro perdido con lana natural y se remataron las costuras en zigzag de los triángulos con hilo de poliéster” para revivir la obra de tintes rojos, los cuales se conservan intactos.