En la ciudad de México, el 12 de octubre, se llevó a cabo una manifestación. Cientos de taxistas se aglutinaron en el Ángel de la Independencia para exigir el cese de operaciones de Uber. No es el único lugar ni es la primera vez, pero la simple exigencia de la salida de esta empresa es tan solo una parte de la manera en la cual se han trastornado gran parte de la forma en que usamos servicios y adquirimos bienes.

Es obvio enfatizar el tema de los impuestos, de la falta de placas adecuadas —que dicho sea de paso son difíciles de adquirir— y tener que pasar revista o revisión en las tarifas. Aunque un auto de Uber también debe pasar revista, estandarizar las tarifas y pasar pruebas de confianza, solo que con un ente privado, realmente la acusación más grande es la argumentación de competencia desleal.

Como quiera que deseemos acuñar el término, solemos confundirlo con la evolución de los servicios. Por definición, nos oponemos a cualquier circunstancia que nos mueva de nuestra área de trabajo —zona de confort para muchos—. La verdad, es que si nunca hubiera existido Uber hoy tendríamos alguna otra empresa igual (sabemos que hoy las hay, como Cabify), porque desde antes ya empezaban las Apps a fijarse en este mercado potencial del traslado usando esos servicios. Los servicios de taxis privados llevan más de veinte años en la Ciudad de México.

Es normal que mientras los taxistas estaban ocupados llevando y trayendo pasaje, con unidades sucias, que huelen feo, con choferes groseros y cafres y en medio de un mar de taxis ilegales, a alguien se le estaba ocurriendo cómo darle a la gente lo que realmente quería: un servicio confiable, con autos limpios y buen estado, que no tengan mucho tiempo circulando, con choferes certificados y donde ni siquiera tengas que pagar efectivo. Digamos que Uber fue el primero, pero no hizo otra cosa que aplicar estas ideas en el entorno correcto. La prueba es que precisamente el día que se aplicó doble no circula, sus tarifas aumentaron desproporcionadamente, y aun así la gente lo siguió usando en lugar de regresar a los desprestigiados colectivos.

Entonces el problema del conflicto Taxis vs. Uber es más bien un tema de visión aplicada a los negocios, mismos que la industria creativa debe saber a leer para actuar a tiempo. Quizá un tema donde la industria creativa jamás había puesto atención.

Basándonos en ello, a continuación tres premisas que nos ayudarán a estar preparados para actuar y encontrar negocio:

1.- Saber leer las oportunidades
Vivimos en un tiempo donde las oportunidades son como una taza de café: solo sirve mientras está caliente. Basta recordar el debate de los noventas sobre lo nocivo que resultaría la recién llegada computadora en el ámbito del diseño: pensábamos que nos iba a quitar el trabajo, pero lo único que acabó sucediendo fue la transición de nuestro trabajo, provocando la muerte de algunas empresas que no supieron adaptarse a ella, como Letraset o Zipatone (seguramente algunos de ustedes ni siquiera habían escuchado hablar de ellas), cediendo el lugar a otras como Adobe o Corel; en el mundo de la foto se han sustituido marcas como Agfa o Kodak por Shutterstock.

Cada cambio, cada movimiento en el mercado abre nuevas oportunidades: desde la caída drástica del petróleo, el alza del dólar, hasta el lanzamiento del iPhone 7 va abriendo caminos, al tiempo que cierra otros. El chiste es saberlos ver, dónde hay que innovar desde cero y dónde hay chance de rediseñar el entorno.

2.- Aprender a vivir con el cambio
Si partimos de la premisa de que el cambio es la única constante, nuestra cartera de posibilidades se abre infinitamente a prácticamente todos negocios e industrias. El creativo, por naturaleza, debe saber adaptarse a ellos, a leerlos y aplicarlos para mantenerse vigente.

Por ello, lo importante no es saber leer tendencias, sino anticiparse a ellas. Una vez que alguien vio la oportunidad primero, disminuyen las posibilidades de tener éxito. En cambio, si en nuestro diario vivir sabemos abrir los ojos a aquellas rutinas, y las cosas que usamos, será más fácil entender dónde está la innovación esperando ser descubierta.

3.- Todo es mejorable
Desde la forma en que funciona un botón en una camisa, hasta el servicio de Uber es mejorable. Pienso en el caso de los taxistas, qué sucedería si en lugar de ver hacia abajo, de mirar de forma retrógrada lo que Uber les está quitando, pensaran en hacer lo mismo que les hizo: tomar lo mejor de ellos para potencializarlo de una manera más positiva y redituable. Quizá el uso de una App, quizá que se pueda calificar el servicio, quizá que puedan innovar un modelo que efectivamente regrese a los ciudadanos a sus autos y pueda servir de plataforma en otros países o en otros mercados.

Lamentablemente los taxis como gremio es demasiado grande para cambiar, pero en pequeñas células pueda darse un cambio lo suficientemente significativo para encontrar una oportunidad en vez de sentarse a llorar por lo que se ha perdido.

Nosotros, igualmente, debemos aprender a mirar no solo soluciones globales, sino en pequeños mercados: sementando también se puede lograr un cambio mucho más significativo.

Design Lifer
Diseñador gráfico con maestría en diseño editorial por la Universidad Anáhuac y con cursos de Publishing en Stanford. Actualmente dirige MBA Estudio de Diseño, dedicado al diseño editorial, identidad y publicitario, además de realizar scounting y contratación de talento de diseño para diferentes empresas. Es profesor en la Universidad Anáhuac y la UVM. Le gusta la caligrafía, tipografía, la música y la tecnología.