El fotógrafo profesional Jaime Ávila relata a través de la imagen su experiencia en la ciudad de Tokio, en Japón, y describe el estilo urbano en la vestimenta que predomina entre la juventud de esta urbe:

Una de las caras más interesantes de Tokio como ciudad cosmopolita, sin duda es el sentido de moda que puede verse en las calles. Aunque habitualmente Japón se caracteriza por un estilo bastante clásico y tradicional en cuestiones de vestido, Tokio tiende a ser muy diferente en este sentido, especialmente entre la población joven.

Al llegar a Tokio, después de haber visitado otras ciudades más pequeñas y tradicionalistas (Kyoto, Hiroshima, Osaka y Yokohama), una de las cosas que más llamaron mi atención fueron precisamente el contraste que había respecto a la moda en comparación con las otras ciudades.

 

Por ejemplo, Kyoto es la ciudad de los Kimonos por excelencia. Es muy fácil ver mujeres de todas las edades vistiendo este tradicional atuendo, así como hombres en Yakuta. Por su parte, Tokio se divide en dos grandes segmentos en cuanto a la moda; por una parte, los oficinistas (sarariman) y por el otro la población joven, presumiblemente estudiantil, que muestra un sentido distinto para vestirse, utilizando ropa y accesorios que evocan a la cultura occidental, sin perder el sentido en que la ropa debe ser cómoda y sobretodo funcional. En algunos otros casos, los menos, se pueden ver mujeres con tintes de cabello en colores pastel o neón.

Este contraste fue lo que me llamó la atención para iniciar, sin planeación previa, a trabajar en una serie que recogiera una muestra de como visten (principalmente mujeres) en Tokio. Con solamente caminar por los barrios de Ginza, Shinjuku o Shibuya, puede uno llevarse muy buenas impresiones de ese sentido tan particular para utilizar ropa cómoda y combinar estilos y accesorios que bien pueden revelar un poco los gustos de cada persona. Esto es especialmente notorio en aquellos que incluyen patrones o accesorios de personajes de cómics o videojuegos.

Al no hablar japonés, era imposible intentar entablar una conversación con la gente y pedirles que se detuvieran un momento para hacerles una foto, por lo que busqué crear esta serie a partir de retratos cándidos, sin interrumpir el paso de quienes eran fotografiados, y en la gran mayoría de los casos, incluso sin que ellos lo notaran. La coreografía era bastante simple; ubicaba al sujeto que me parecía interesante y caminaba con la cámara lista para encontrarme en su paso y hacer la foto. Algunas otras veces, bastaba con hacer el retrato aunque el sujeto estuviera de espaldas, ya que aún así podría hacer una abstracción y tener detalle del vestido o algún accesorio que atrajera mi atención.

Al llegar la noche, algunas veces llegaba también la lluvia, y con ello aparecían poco a poco cientos de paraguas transparentes (para permitir la visibilidad) y se van convirtiendo en un accesorio funcional que hace juego con todo el estilo tan particular de los japoneses, poniendo en prioridad el aspecto funcional y posteriormente el estético, opuesto a lo que estamos acostumbrados a ver en occidente.

Al ser un X-Photographer de Fujifilm, decidí utilizar principalmente un objetivo 35mm F2 en conjunto con un cuerpo X-T2 de la Serie X de la marca. El aspecto “retro” y tamaño reducido que la caracterizan fueron de fundamentales para llevar a cabo esta serie. Primero que nada, es un equipo que no parece “profesional”, por lo que la gente tiende a tener muy pocas reacciones cuando ven que alguien “apunta” la cámara en su dirección, pensando que es un equipo antiguo y de película fotográfica.

Por otra parte, este objetivo (en conjunto con los 23mm y 50mm, también F2) son sumamente veloces, silenciosos y acertados en el autoenfoque, por lo que no representa ningún problema para hacer fotografías de personas en movimiento, prácticamente en cualquier condición de luz.