¿Qué es arte? Es una de los cuestionamientos que aún circula entre los expertos de esa área, pero otra pregunta ha llegado al entorno: el videojuego -esa industria del entretenimiento- se puede considerar cómo arte.

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En esa industria millonaria ha surgido los indie games, que son juegos hechos por un equipo reducido de personas, sin grandes presupuestos, y que además de poseen una estética distintiva.

Ejemplo de ello es “Braid”, que está inspirado en “Las ciudades invisibles”, de Italo Calvino, y “Los sueños de Einstein”, del físico Alan Lightman.

No sólo por su influencia literaria se puede considerar como arte, sino por otros aspectos como el de los mundos y fondos, que son obra del diseñador David Hellman. El mismo que fue responsable del dibujo en el webcomic aclamado por la critica “A Lesson Is Learned But The Damage Is Irreversible”.

Una de las grandes diferencias con el resto de la industria, es que este tipo de juegos son elaborados con un presupuesto bajo. “Braid” fue hecho sólo con 180 mil dólares.

 

En 2011 el gobierno de Estados Unidos reconoció al medio como arte; mientras que en 2012 el museo neoyorquino MoMA o el Smithsonian de Washington admitieron piezas de videojuegos en sus exposiciones.

Pero ahí no acaba todo, los indie games no sólo destacan por su diseño, sino también por su éxito comercial. “Braid” supero el millón de copias vendidas.

El arte es dinámico y en la era de la información, la estética también cambia con los gustos del público. De lo contrario, Shigeru Miyamoto, creador de “Mario Bros”, jamás hubiera ganado el Premio Príncipe de Asturias en Comunicación y Humanidades en 2012.

Por lo pronto podemos afirmar que algunos videojuegos ya pueden considerarse arte y a la vez su rentabilidad les permite ser parte de la industria multimillonaria.