Quizás para muchos creativos aún es un problema inspirarse, pero más allá de preocuparse por ello, deben ocuparse en lo simple de la vida, pues de lo más común puede surgir una gran idea.

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Durante su plática en el Design Day, Eduardo Wignall, socio fundador de Fábrica Astilla, platicó algunos ejemplos sobre la inspiración, como sucedió con el librero de código de barras, el cual se ha vuelto totalmente icónico para su marca.

¿Y cómo surgió esa idea que se volvió famosa? Ocurrió en el lugar más inesperado y el que menos se podría pensar: mientras leía una revista sentado en el baño.

Lo anterior quiere decir que las ideas más geniales en el diseño pueden venir de lo más común y familiar, sólo es cuestión de transformar o reimaginar en nuevos contextos.

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Darle un nuevo aire a eso ya conocido o familiar es la forma más conocida para crear nuevos diseños y en muchas ocasiones pueden ser las cosas más geniales en la historia.

De lo que se trata es de romper los esquemas cuando se reimaginan los nuevo objetos o ideas, sólo así llamará la atención de todas las personas.