Hoy que se cumplen 34 años de la muerte del arquitecto y muralista Juan O’Gorman, hacemos una revisión de la que quizás sea su más grande creación: la biblioteca Central de la Ciudad Universitaria, en la Ciudad de México.

Esta pieza creativa comparte con la mayor parte de las construcciones originales del campus universitario el estilo funcionalista, que a mediados del siglo XX predominó en gran parte de las construcciones levantadas por el Estado.

Este estilo se caracteriza por darle prioridad a los espacios y dimensiones de la construcción sólo en función de su utilidad y a partir de ahí surgen los elementos estéticos que son capaces de definir esta corriente.

Amplios ventanales, el uso de materiales durables así como una estructura geométrica sin mayores ornamentos son sólo algunas de las características de este estilo.

Pero en el caso particular de la Biblioteca Central de la UNAM, en la Ciudad de México, Juan O’Gorman llevó a esta construcción más allá de los límites del funcionalismo y convirtió esta en un elemento único que hoy por hoy está considerado por una UNESCO un Patrimonio de la Humanidad.

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En los muros de esta mole de hormigón, concreto y metal, un impresionante mural hecho con mosaicos muestra desde sus cuatro costados una Representación Histórica de la Cultura y este es precisamente el nombre con el que se le designó a esta obra.

Lo cuatro lados del edificio describen distintos aspectos y momentos de la historia de México y del mundo: así, en el costado norte se representa el pasado prehispánico, en el muro sur el pasado colonial, el muro oriente describe al mundo contemporáneo y el muro poniente describe a la Universidad Nacional Autónoma de México y su papel dentro de la sociedad mexicana.

Este edificio se inauguró junto con toda la “zona clásica” del campus en el año de 1952 y fue en 2007 que todo este conjunto arquitectónico fue designado por la UNESCO como patrimonio de la Humanidad…

Y es que no es para menos: trasladar los elementos de un estilo arquitectónico a nuevos terrenos creativos que involucran a la pintura fue sin duda una de las grandes decisiones estéticas para darle a la Ciudad de México la identidad que posee.

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Imágenes: Shuttterstock