Sea cual sea el tipo de objeto de diseño del que se trate, su objetivo final está en el consumidor y en las soluciones que le pueda ofrecer, pero a veces suelen existir casos en los que los beneficios de estos productos sobrepasan a lo funcional y se posicionan como elementos capaces de empoderar a quienes los adquieren.

Esta condición se logra cuando el prestigio de una marca logra colocarse en los productos (de diseño) que ofrece y su consumidor logra una empatía y grado de identificación tal que incluso puede llegar a ser un portador y promotor voluntario de un objeto de diseño determinado.

El empoderamiento del usuario de un objeto del diseño también se traduce en su involucramiento dentro de su proceso creativo. Por ejemplo, las marcas organizan reuniones con clientes potenciales a las que se les ofrecen muestras de diseños, prototipos y productos pilotos para opinar acerca de ellos.

Como puede observarse, el empoderamiento de los usuarios llega generalmente a través de los esfuerzos que las marcas realizan para integrarlos a los objetos de diseño que generan y para soprenderlos a través de acciones concretas de promoción.

Pero llega a suceder que algunos objetos de diseño se convierten en elementos de éxito a través de genuinos procesos de adopción por parte de algunos núcleos sociales y es ahí que surgen procesos de empoderamiento más duraderos y significativos.

Esto ocurre cuando las cualidades de los productos de diseño se integran de manera natural y genuina al modo de vida y se constituye en un elemento visual que ofrece identidad y empatía entre la marca y sus usuarios.

Cuando esto ocurre, el éxito es indiscutible y va más allá de herramientas y tácticas creativas… o en todo caso, el reto del diseño está en alcanzar el éxito y dilucidar otros ejemplos para lograrlo.

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