Cuando le dieron a la Ciudad de México la sede los juegos de la XIX Olimpiada, comenzaron a circular anuncios que decían: «Pórtate bien mexicano, porque va a venir la Olimpiada». Como buenos mexicanos, si te dicen «No saltes» acabas saltando, este tipo de anuncios estaba destinado a crear un efecto contrario en la población.
Cuando Pedro Ramírez Vázquez tomó la organización general de los Juegos, una de las primeras acciones que hizo fue eliminar esta campaña. Tenía que pensar en una forma diferente de motivación y hacer que la gente se empapara con la expectativa de ser anfitriones del mundo. En vez de replicar alguna frase amenazadora, aconsejadora o en son de reclamo, elaboró una serie de anuncios dando la bienvenida al mundo en diferentes idiomas. Pensó que este sentido permearía en los mexicanos, contagiándolos de ese sentimiento de anfitrión, contrario de tratarlos como si no tuvieran control de sus acciones, como si fueran niños pequeños.
Surtió el efecto deseado, quedó comprobado que el diseño funcionaba. No solo en publicidad, los Juegos Olímpicos fueron una clara muestra de que el diseño gráfico jugaba un papel importante en la gente.
Todos recordamos la gráfica de este evento, inconfundibles líneas nacidas del diseño huichol que permearon en la formación del diseño de los setentas en todo el mundo, no solo en México.
¿Será que podemos definir este diseño como el representativo de nuestro país? Será cuestión de debate, pero lo que resulta contundente es el arraigo y la personalidad que le dio forma a esta ciudad y que vemos hoy en día. Tan solo la gráfica del metro, diseñada por el mismo Lance Wyman y que comenzó a funcionar un año más tarde e es muestra clara de un estilo que consideramos tan nuestro, que se resiste a siquiera ser modificado.
Afortunadamente la evolución natural y la globalización nos obligó a seguir adelante. El diseño de la ciudad se resiste a mantenerse estático: hoy la gráfica es rosa, la tipografía sansserif, la nomenclatura abreviada, sin vocales. Y aunque parece que esta identidad tiene los días contados seguramente seremos testigos de una evolución, que quizá cada día se aleje de sus orígenes, pero que permanezca como parte del ADN, de nuestra formación visual.
50 años desde que nuestro país reconoció al diseño, el cual hemos desarrollado con el paso del tiempo, medio siglo que lo practicamos de forma profesional y coincidentemente nos celebramos como Capital Mundial del Diseño.
Quizá el evento más relevante en este ámbito será la reunión anual de miembros de la Alianza Gráfica Internacional (AGI) en nuestro país, coronada con un par de días de conferencias de sus miembros activos: AGI Open Mexico. Un momento muy especial para escuchar a Paula Scher, Javier Mariscal, Christoph Niemann, Alejandro Paul y a los mexicanos Selva Hernández, Alejandro Magallanes y Jorge Alderete, miembros de una de las organizaciones más reconocidas de diseño —si no es la más—.
Octubre, un mes que tradicionalmente se llena de diseño en todo el mundo —habrá que hojear revistas como Fast Company, Wired, darle seguimiento a la cantidad de eventos relacionados al diseño que se celebran en esta época, como el Abierto Mexicano de Diseño, entre muchos otros— nos ofrece la oportunidad única de ser huéspedes, invitados y anfitriones del diseño mundial. Será solo cuestión de buscar, adaptarse y vivir de esto que nos apasiona y nos llena el alma: el diseño.