Se puede adoptar la posición que se desee. El problema está allá. Nosotros estamos bien y ese no es nuestro problema. El mundo es analizado y visto según mi mundo. Entiendo las cuestiones según mi momento generacional, o bien seguir caminando la idea de que algo nos está pasando a todos y debemos despertar para ponernos a trabajar. Soluciones mágicas no hay, menos cuando es un problema colectivo.

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A la problemática debemos entenderla y dividirla en dos partes. Una es la Escuela y la otra el Mercado. Vamos por la primera.

La universidad en su proceso de enseñanza como parte de la reproducción de la cultura, hoy nos está reclamando reformular el código, debemos, como dice muy bien Norberto Chaves en su artículo La Voz del Amo: “Tener en cuenta que el habla es uno de los signos identificadores más precisos. Lo confirma, por ejemplo, lo difícil que es imitar con exactitud el habla de otro; y la fascinación que produce, consecuentemente, el escuchar a un buen imitador”.

La mediación del conocimiento no está a la altura de los cambios que el mundo ha experimentado. Estamos estancados en dilemas aún no discutidos con la seriedad y profundidad que merecen. El mensaje está roto y no nos hemos ocupado y preocupado por trabajar en él.

El universo académico se llenó de palabras más ajenas que propias, se hizo complejo y nada más que eso. No ha evolucionado. El alumno entiende al proceso universitario como un trámite a transitar sin si quiera pensarlo como un espacio a superar y quienes están frente a un aula exigen cosas que no pueden avalar desde su hacer.

Creo que no estamos dando con el timbre, que no estamos fascinando a quien entra a un aula. Y el problema pasa por nosotros los adultos al igual que la solución.

En el ámbito del mercado hace tiempo que vengo expresando que los diseñadores gráficos somos el reflejo de algo que no existe más en la idea del cliente. Tengo muy claro el precio que se debe asumir al hablar así. Las malas noticias no tienen buena prensa y los emisarios no somos bien vistos. Mi compromiso con la profesión es no ser parte de la expresión popular de los adolescentes de estas tierras cuando nos dicen a los adultos “sos un careta”.

José Mujica en su iluminado discurso de RIO+20 deja trazado un paralelo para descubrir los problemas que vivimos y desde ahí poder discutir soluciones serias y profundas.

“¿Tiene el mundo hoy los elementos materiales como para hacer posible que 7 mil u 8 mil millones de personas puedan tener el mismo grado de consumo y de despilfarro que tienen las más opulentas sociedades occidentales? ¿Será eso posible? ¿O tendremos que darnos algún día, otro tipo de discusión? Porque hemos creado esta civilización en la que estamos: hija del mercado, hija de la competencia y que ha deparado un progreso material portentoso y explosivo. Pero la economía de mercado ha creado sociedades de mercado. Y nos ha deparado esta globalización, que significa mirar por todo el planeta.

¿Estamos gobernando la globalización o la globalización nos gobierna a nosotros? ¿Es posible hablar de solidaridad y de que “estamos todos juntos” en una economía basada en la competencia despiadada? ¿Hasta dónde llega nuestra fraternidad?

No digo nada de esto para negar la importancia de este evento. Por el contrario: el desafío que tenemos por delante es de una magnitud de carácter colosal y la gran crisis no es ecológica, es política.”

Contundente ¿no?
Ahora bien, nos preocupamos pero no nos ocupamos ¿será que el espacio de confort nos puede?

Por más que nos pongamos pomposas preguntas a las cuales no le vamos a buscar respuestas el no hacérselas es la mejor opción a tomar de cara al futuro.

Desechamos o ni siquiera consideramos en la agenda de las universidades al profesional adulto como pieza vital e importante para la transformación, no atender esto es no entender de qué hablamos cuando decimos sustentabilidad.

La falta de participación y compromiso de las casa de estudio en la conformación de las asociaciones, colegios profesionales es poner cara de nada ante el visible y profundo problema que el sector atraviesa.
Preguntarnos por el egresado y su inserción laboral es el mayor acto de demagogia que podemos tener los adultos para con nuestro futuro, porque sabemos de la problemática que es para todos tener trabajo de diseñador.

Sueño con ver al diseño gráfico como una profesión inserta seriamente en el mundo, para que al menos ningún alumno tenga que dejar su dinero en tomar más el perverso curso extra de cómo vender diseño porque no puede trabajar.

Entendamos que el diseño gráfico no es un producto. Es un servicio y que no se vende. Lo médicos, los contadores, los abogados, los escribanos y muchas otras profesiones NO VENDEN nada. Ejercen su profesión y la desarrollan en una competencia profesional ética y superadora, no como en nuestro caso que es inmoral y despiadada.

Si hubiera datos del sector nos sorprendería, la informalidad laboral, la precariedad en la ergonomía en el trabajo, la falta de cuidados en la confidencialidad de la información sin mencionar de la ilegalidad que reina en nuestras herramientas de trabajo.

Noventa y nueve no es un numero completo, cien es un numero completo pero noventa y nueve no. Como parte del sistema actuamos en consecuencia y regalamos todas menos una.

Somos funcionarios de la perversa maquinaria de la desilusión.

Compañeros, colegas, despertemos de una vez por todas y trabajemos fuerte por la transformación de las casas de estudio, por el aval y reconocimiento de las asociaciones y por un mejor acto de la profesión que debemos honrar y validar todos los días.