Una eternidad esperé este instante y no lo dejaré deslizar en recuerdos quietos ni en balas rasantes que matan. Come de mí, come de mi carne entre caníbales. Tomate el tiempo en desmenuzarme. Entre caníbales el dolor es veneno, nena y no lo sentirás hasta el fin. Mientras te muevas lento y jadees el nombre que mata come de mí, come de mi carne entre caníbales. Una eternidad espere este instante.

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canibal
La poética letra de la canción de Soda Stéreo refuerza la sensación que en el fondo todos hemos esperado una eternidad este instante, imaginamos mucho este transcurrir próspero de posibilidades técnicas, de amplio vocabulario académico y recursos humanos en abundancia. Sí, ahora los diseñadores gráficos somos muchos y hablamos como habla la universidad, no nos hemos quedado ahí soñamos con la investigación, con los magíster y los doctores. Y lo logramos.

Perdón, pero mientras escribo la boca se me comienza a llenar de saliva como presagio de que vamos a comer. Dicen que es un acto reflejo.

En la profesión se puede observar la idea obscena de beneficiarnos del futuro colega. Ni más ni menos que eso. Y si pensamos así, estamos pensando en el acto o la práctica de nutrirse con miembros de la propia especie. El canibalismo puede producirse entre miembros de muchas especies, aunque vulgarmente se asocia más con antropofagia, o con los seres humanos que consumen congéneres. Los casos particulares en sociedades occidentales, actualmente se relacionan con situaciones de hambre, criminales o personas con profundos problemas mentales.

A estas líneas rescatadas de wikipedia le sacaría en nuestro caso la palabra criminal porque lo nuestro se inicia por el hambre y luego repercute en problemas mentales. A esta altura se nos va socavando el entramado fraternal y profesional, razón por la cual ya no reconocemos al otro como un par sino como algo a fagocitar.

El post del grupo de estudiantes de diseño de la Universidad más prestigiosa de la Argentina gritaba ALGO MÁS NECESITAN??????
No está loca una persona así, sino que está harta de lo que le piden, de que le muerdan la ilusión de poder obtener su primer empleo, quizá busca un oportunidad para dejar de ser secretaria en un consultorio pediátrico y así empezar a vivir y oler la cocina de lo que está estudiando.

Como empleador y como diseñador puedo argumentar que de poco vale el título que uno tiene entre manos. No he tomado ni tomaría a alguien por su título para que se inicie en este derrotero.
Mi ideología me dicta que en nuestra profesión no es más que un papel en blanco intervenido con tinta. Su condición variará sustancialmente en tanto y en cuanto uno le aporte valores.

¿Quién piensa hoy en armar su carpeta? El futuro es de molde. Espacio free en el portal líder, dos o tres cositas poco entendibles de la facultad y no mucho más.
El CV en la mayoría de los casos impacta. Menos mover los dedos hizo de todo.

La cuestión de los valores distorsionados entiendo y en esto estoy más que convencido, es lo que nos ha traído hasta este presente.
Frente al brutal negocio que es la educación, quién está dispuesto a poner un freno y debatir de oferta y demanda de una profesión sin ser apartado. Hasta la digitalización de nuestro hacer todo era bastante equilibrado, la relación empleo trabajo estaba más en torno al aspecto coyuntural de la economía que de factores propios de la profesión. Pasada la revolución no se amplió la necesidad de recursos de manera exponencial como si lo hizo la oferta de nuevos profesionales. No había razones de que se ampliase majestuosamente y se amplió sin mesura.
Muy por el contrario, debía reducirse porque tantos puestos de trabajo que eran semilleros de futuros profesionales iban a dejar de existir.
Pensemos un segundo, cuantos miles de cadetes se convirtieron en grandes publicitarios. Cuántos laboratoristas pasaron a ser asistentes de fotógrafo para tener luego la oportunidad de ser fotógrafo profesional. Y así podemos citar miles de ejemplos. Cientos de oficios que no existen más. Sí, no existen más porque el sistema cambió y no está mal que eso haya sucedido.

Lo que sí está mal es que hayamos iniciado un camino de mentiras y canibalismo. Nos convertimos en drogadictos perdidos en nuestro afán consumista y egocéntrico. Nunca debatimos, porque nunca nos juntamos, cedimos el lugar y la palabra a otros que no son diseñadores. Hoy las heridas las estamos comenzando a pagar y debemos saber que no son baratas.

Estamos y somos enfermos de un sistema que ya no podemos detener. Producimos más profesionales de los que se necesitan.

Muchos jóvenes “colegas” se reparten en comercios, spa, estudios de abogacía o consultorios médicos por citar algunos. Los que cuentan con mejores posibilidades económicas lo intentarán hasta el hartazgo pero como bien dice la canción “esperé una eternidad este instante”. Porque un caníbal no solo come a su par, también tiene tiempo para disfrutarlo y hasta humillarlo.

“Puedo enseñarte todo” leen los ojos de mi presa cuando hablo. Se fascina. Cuando desee me lo como, se que muy lejos no va a llegar. Nadie me exige y de última en la esquina hay otro igual a él. Abundan los diseñadores y eso me da mucho margen. El negocio de diseño acá y solo acá tiene su zona de confort.

La culpa como en muchos de estos casos no corresponde a un solo factor o persona, la culpa no es del que come, también es del comido que no ha sabido o no ha querido construir sus herramientas para defenderse, que calla, sonríe y aplaude como espectador de programa de prime time.

El comido solo se defiende de modo ignorante, prende una vela ante el ataque invasor y guarda su esperanza en el video post salvador. Solo necesita que se viralice porque con tan solo dieciocho años espera explotar las redes. Sabe que si lo logra las marcas le van a buscar y alimentar el mito del éxito rápido y brutal. Me lloverán propuestas y si para lograrlo debo perder el último bastión de intimidad personal que tengo lo haré. Porque poco hay que perder de lo contrario la realidad se encargará de mostrarme su cara cruel.

Es sabido que el mercado, esa otra especie que disfruta comernos pero eso es parte de una natural y virtuosa cadena alimenticia.
Hoy, esta cadena también transita un profundo desequilibrio alimentario al que los diseñadores estamos siendo sometidos, producto de los grandes conflictos internos que en nuestra profesión reinan. Que suceda lo que nos sucede tiene mucho de los brillantes versos del Martín Fierro cuando este nos recuerda que:
“Los hermanos sean unidos 
porque ésa es la ley primera; 
tengan unión verdadera 
en cualquier tiempo que sea, 
porque si entre ellos pelean, 
los devoran los de ajuera (afuera)”.

Y así vamos, transitando el desarrollo de la profesión, con ideas y palabras ajenas, con mezquindades y sumamente vacíos.

A la crítica se le pide soluciones. La participación, la expresión verbal o escrita, la exigencia de superación, la reflexión y la confrontación de ideas son caminos a rescatar en pos de soluciones. Como dije muchas veces, debajo de este artículo hay un casillero para expresar tu opinión, para reclamar un mejor texto, para tener el orgullo de ser parte y para aportar una diferente mirada que sumará a la riqueza de la profesión.
El trabajador hace ruido al trabajar y en nuestra profesión hay bastante silencio. Es hora de ponernos a trabajar en serio.