Se dijo más de cien veces que no debía hacerlo pero tozudamente volvió cien veces a hacerlo con esa rebeldía que nunca uno debe dejar de tener en el bolsillo del caballero y menos en la cartera de la dama.
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Llegar al cien es llegar a un número completo, a uno de esos que no le sobra ni le falta nada.
Cuenta la historia que cien proviene de centurión quien era el que comandaba a cien hombres y si a algo no le esquivo ni le esquivaré es a comandar lo que se me encomiende.
Y así hice con este espacio que gozó de una libertad absoluta, un desafío sin igual para alguien que no es afín a las letras, que no guarda estilo ni una ruta literaria y que hasta que se lo propusieron nunca había escrito nada.
Debo agradecer a cada uno que se puso frente a alguno de los textos de cada salida porque leer a alguien que escribe mal y que escribe como habla es loable porque la comprensión seguro se hace muy dificultosa.
Hablando de cosas mucho más glamorosas veamos lo que dicen por ahí en la red. Cien sería el número de la perfección, lo que expresaría que todo lo que acompañe a este número supondría excelencia.
No creo que este viaje que cumple justo cien salidas haya sido así. Al menos soy el menos indicado para poder afirmar esto.
Sí en cambio tengo la potestad de poder expresar que en estas cien publicaciones, que es algo así como casi dos años, me senté frente a un espejo en cada caso con la idea de poder reflejarme en el problema del otro. Traté en cada salida de no hablar de cómo se diseña sino de cómo se vive el diseño por dentro de uno. Acaso ¿quién puede enseñarte a diseñar?
Estoy convencido que es imposible que alguien te enseñe a diseñar, en tal caso te nutrirá de cientos de cuestiones cotidianas que formarán a una nueva persona que operará el plano de manera profesional.
No miré para atrás lo hecho pero creo que no he faltado a ningún aspecto de lo que nos pasa. Lo sucedido en cada texto está y estará para revisar por siempre.
Es muy posible que en unos años al ver lo escrito quizás no esté muy de acuerdo con todo, porque la transformación del criterio seguro es algo que nos ayuda a crecer.
Seguro voy a seguir reclamando, desde donde sea, a este presente que no te maltrate con el vacío de contenido y que vos aprendas a exigir algo mejor. Dejar de ser presos del facilismo parece que no es una tarea sencilla pero si no se intenta al menos transitar ese duro sendero será imposible que algo mejor crezca.
No quiero dejar este espacio sin recalcar que los Diseñadores Gráficos debemos volver a tener la palabra, algo que no tengo muy en claro pero parece que la hemos cedido o no las han robado. Hay que reclamarle a la universidad que vuelva a su lugar de palabra plural para que deje llenar el espacio con figuritas mediáticas que solamente engordan egos y arcas en cada actividad extracurricular.
Que se entienda muy bien, no voy contra el negocio voy firmemente contra la voracidad de algo que comienza a estar falto de representatividad.
Volver a exigir. Sí, volver a exigir que no es lo mismo que reclamar porque eso es lo que terminamos haciendo en los muros de facebook cuando nos quejamos. Exigir me pone en un lugar de compromiso, debo ser exigente primero conmigo y si llego a una clase con nada o casi nada de lo pedido poco puedo decir de mi docente o universidad.
Volviendo un poco a esta despedida, es muy importante reconocer y agradecer cien veces a Andrea quién me reclamó el texto con tiempo antes de cada salida para poder corregirlo ortográficamente, aunque me niegue porque en el fondo esto es un juego de niños seguiré llamando acento a la tilde muy a pesar de ella. Seguro sin su tozudo aporte y sin el corrector del procesador de textos esto habría sido un verdadero desastre. O algo que solo los diseñadores podríamos haber entendido sin horrorizarnos.
¡Porque al fin y al cabo las letras y las palabras son dibujitos!
No me queda más que acomodar el escritorio sin poder, aunque me esfuerce, ocultar mi paso por acá. Sigan apoyando y exigiendo a los columnistas que son y serán los únicos que harán de PAREDRO un espacio auténtico que representa lo que te sucede a vos.
Me resultó muy interesante ilustrar cada salida, luego de la primera publicación que utilicé un cuadro de Edward Hopper, entendí bien que el espacio me obligaba a tener que dejar algo más que solo el texto. Y eso debía ser mío.
Bien, mucho más que decir hasta acá llegamos no tengo. Cien salidas me pareció una buena forma de decirte ¡Chau!
Yo lo pasé muy bien, espero que vos también.