El origen del papel picado proviene desde la cultura china y se trabajaba en Europa desde el siglo XVI con el nombre de “papel cortado”. Esta artesanía también tiene sus antecedentes en las culturas prehispánicas de México. Los aztecas usaban la corteza de morera e higueras silvestres para hacer un papel rugoso llamado “amatl”, con el cual hacían banderas, tapetes y pancartas para adornar los rituales.
Con la llegada de los españoles, el papel amate fue sustituido por papel de china (o seda) para decorar las festividades navideñas. Con lo que este material tomó relevancia en el mercado.
Durante el siglo XIX, los obreros y agricultores mexicanos eran obligados a comprar los productos en las tiendas de las haciendas, por lo que éstos no tenían libertad de escoger sus artículos, y curiosamente casi siempre había papel de china disponible a la venta. Ante esta situación, los pobladores de San Salvador Huixcolotla, Puebla, tenían que aprovechar el material adquirido y comenzaron a crear artesanías que fueran llamativos.
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Poco a poco los pobladores desarrollaron técnicas, herramientas, elementos, y características especiales que se convirtieron en el tradicional papel picado. El diseño de estas imágenes puede ser muy variado, alusivo siempre a elementos de la ofrenda para los muertos, como calaveras, personajes, flores, velas, etcétera.
Así como la implementación de un significado para los colores utilizados: naranja (luto para los aztecas), morado (luto en la religión católica), azul (los que murieron por causa del agua), rojo (guerreros y mujeres que murieron en parto), verde (para los jóvenes), (amarillo para los ancianos) blanco (para los niños) y el negro (simbolizaba el inframundo).