Dibujos aparecen en papeles reciclados. Las primeras fotografías son en blanco y negro emitidas por el ultra sonido. Las siguientes imágenes son capturadas cuando estás con Mamá viéndote en la cama del hospital y tu con ojos cerrados. Las paredes destellan tus imágenes. Si tan sólo las paredes hablaran, habría una gran historia que contar en eso que llamas hogar, historia que inicia así.

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El primer mundo al que asististe nadie te preguntó si querías estar en esa lista de asistencia. No te preguntaron como querías ser. Tampoco te preguntaron quienes iban a ser tus aliados, tampoco tus enemigos y mucho menos tuviste el poder de decisión para seleccionar una familia.

Lo que no sabes es que ya habías nacido. El cordón umbilical y placenta estaban en los pensamientos de dos seres humanos. Si, en sus sueños. Te presenciaban y te mencionaban. Quizá hasta tenían alucinaciones contigo. Lo curioso es que ellos tampoco sabían como ibas a ser. Ojos grandes o pequeños. Cabello lacio o chino. La nariz de ella, la frente de el. Él lunar en la mano izquierda, o la peca en el brazo derecho, idéntico al de la abuela. O simplemente, güera o morena.

No importa que el doctor te diga que hasta dentro de 12 semanas vas a saber el sexo de esa criatura. No importa, tu ya lo sabes. No importa, tu ya la soñaste en el parque metiéndose tierra. Ya la viste decir su primer palabra –que por cierto no es la que esperabas.- Ya la viste porqué es tuya. Es tu hija.

Más o menos 40 semanas han culminado. Imagina las torres gemelas de Nueva York o el terremoto del 85 en el DF, o bien La peor de tus tragedias. ¿Pues qué crees? Aún vas a seguir teniendo ese recuerdo por muy encima de los demás por muy malos o peores que parezcan. El recuerdo del nacimiento.

Bienvenida a la existencia pues el mundo te observa. Bienvenida, ya que todo lo pasado simplemente ya pasó. Sacrificios se aproximan. Mayores los beneficios serán. Es motivo de presumir. Es motivo de sonreír porque todo mundo está aquí.

Los primeros años son los más importantes. El premio es sencillo y puede ser de muchas maneras. Se me ocurren las siguientes. Que esa criatura te orine mientras la cambias. Otra que te vomite mientras la cargas. Otra que te de un beso en la mejilla cuando menos te lo esperes.

Son los lazos de atracción de la hija con el padre. Son los lazos de amor
Por muy Rey León que suene, el ciclo de la vida es inevitable. Hace rato platicaba de ti. De cuando tus padres te pensaban y te añoraban entre sus brazos. Vestirte del equipo al que ellos le van. De darte las primeras lecciones de vida como meter un tenedor en el enchufe eléctrico y que tu padre te diga en voz baja enseguida de tu oído: “¿A que no lo vuelves a hacer?”. De tirar el árbol de navidad o sentarte encima de un hormiguero para que después salgas llorando y que tu padre te diga: “Ándele….por llorón”

Es el mismo sacrificio para la empresa que alguna vez pensaste alguna vez, sólo que el nacimiento de ella no va ser en un quirófano, ni en una tina de baño. Sino en la cochera de tu casa, o en el cuarto, donde tienes cajas y muebles. Cuarto con titulo: “El de Visitas”. A ti no te importa. Quieres dar a luz a esa idea que empezó cuando la escribiste en una servilleta. Tanto a esa criatura como a tu empresa o marca la registras. Los alimentas, les das medicamento cuando se enferman. Les pones y quitas el pañal.

Así de difícil debes de amamantar a tu empresa. Así de sencillo debes de tener una identidad, un cordón umbilical invisible.

¿A dónde irás? ¿En dónde vas a poner el primer paso? Atrévete a darlo. Camina de la mano con tu empresa, enséñala a caminar, enséñala a caer y mejor aún…enséñala a levantarse. El año siguiente cumplirá un año de vida, al igual que tu. Cumplirás un año siendo empresario buscando y haciendo cosas para la mejora de esta sociedad. ¿La independencia de tus hijos o de tu empresa? ¿Dejar a los hijos ir al igual que tu marca? Tú dime como lo has vivido o como le piensas hacer porqué eso…será otro historia que las paredes contarán.

Karl Reich
Fui concebido en 1981, nacido a principios de 1982. Soy de una generación que al nacer no existía el internet, pero si Siempre en Domingo. No era bizarro pedir ‘aventón’ y eso que soy de Chihuahua. Me apasiona el arte de aprender y desaprender paradigmas y romperlas. Busco inspiración en lo sensible de la naturaleza y lo sorprendente de lograr lo imposible en posible. Soy fan de la flexibilidad de la adaptación en mi vocación y persona. Adoro el buscar un espacio y en cualquier oportunidad colocar sobre la espalda una mochila e irme para buscar esa inspiración.